Bruselas
Rubalcaba se suma a Rajoy
Si a alguien fortalece el acuerdo sobre Europa alcanzado ayer entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba es, sin duda, al secretario general de los socialistas que, al alejarse de las posiciones demagógicas de Izquierda Unida, vuelve a centrar su partido y a recuperar parte del crédito político perdido, mostrándose como la única alternativa de poder. Una actitud que debería extenderse a otros asuntos de Estado, de capital importancia, como es la reforma de las pensiones que el Gobierno se dispone a abordar. La sostenibilidad del sistema exige cambios profundos, como ha expresado la comisión de expertos independientes en su dictamen, y el principal partido de la oposición no puede quedarse al margen, explotando el oportunismo político, ante un desafío complejo, difícil, pero inaplazable. Si es elogiable la posición de Rubalcaba en el acuerdo por Europa (nada que no hiciera ya Mariano Rajoy cuando estaba en la oposición y gobernaba en minoría Rodríguez Zapatero), el hecho es que el presidente del Gobierno está respaldado parlamentariamente por una mayoría absoluta más que notable y no necesitaba legitimar su posición frente a nuestros socios europeos, aunque el respaldo socialista tenga sus virtudes a efectos de proyectar imagen de unidad nacional. Rajoy, con generosidad y con sentido de Estado, ha llegado al pacto del que, insistimos, no tenía ninguna necesidad real, pese a que refuerza al mismo líder de la principal formación adversaria que pidió destempladamente su dimisión en el último Debate del Estado de la Nación. Igual generosidad demandamos para la reforma del sistema de pensiones. Pero es mucho lo que se juega España en la próxima cumbre europea y todo suma, con lo que sería conveniente, aunque no imprescindible, que el resto de los grupos parlamentarios, siguiendo por los nacionalistas, se adhirieran al acuerdo, con la excepción, claro, de la izquierda comunista, cuya pretensión de «barra libre» para la deuda pública europea restaría seriedad y credibilidad a cualquier pacto. Los objetivos españoles para la próxima cumbre europea –prevista para los días 26 y 27 de este mes de junio– no han sufrido variaciones significativas. La estrategia adoptada por el presidente del Gobierno, que queda reflejada en los ejes del acuerdo con Rubalcaba, es bien conocida y parte de una premisa: que una vez recuperada la credibilidad internacional de España es preciso llevar a Bruselas al convencimiento de que las simples políticas de ajuste sólo conseguirán retrasar la recuperación de las economías europeas, cuando no empeorarlas. Un diagnóstico cada vez más compartido en el seno de la zona euro, que ha visto cómo los efectos de la crisis en los países del sur se contagiaban al resto, con el incremento del desempleo como primera consecuencia.
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