Encuesta electoral
Sin «voto útil» al PP crece Sánchez
desaparecido el modelo de bipartidismo, de las dos grandes formaciones que han pilotado la política española desde 1978, PSOE y PP, la fidelización del voto es cada vez más difícil. Los diez millones de electores que podían cosechar socialistas y populares son historia, teniendo en cuenta que deben repartirse entre otros grupos, Podemos y Cs, además de Vox. Las múltiples alianzas posibles para formar gobierno y los matices en el programa de los partidos están llevando a que el voto no se decida hasta la última semana, incluso el último día. Si hasta ahora las campañas eran un puro trámite que en nada hacía variar la intención de voto, ahora son clave. Los «tracking», o seguimientos diarios de la evolución electoral de los partidos, van pespunteando una tendencia que, visto el resultado de las pasadas elecciones andaluzas, no podrá confirmarse hasta que hablen las urnas, teniendo en cuenta, sobre todo, que ningún partido obtendrá la mayoría absoluta por sí solo. Si en el caso de la izquierda su victoria dependerá del resultado que obtenga el PSOE, dado el bloqueo de Podemos y la confirmación de su descenso, en el bloque del centroderecha depende tanto de PP como de Cs, y ahora también del partido de Santiago Abascal, sobre todo teniendo en cuenta que de los más de dos millones de votos que pierden los populares respecto a los comicios del 26 de junio de 2016, el 45,1% irá a Vox; que se beneficiará también del 15,2% de los electores pasados de Cs. Según un sondeo de NC Report, el bloque de centroderecha conseguiría la mayoría absoluta con una horquilla que iría de los 185 a los 176, lo que supondría estar en el límite para poder formar gobierno. Sin embargo, a un mes y medio de las elecciones, no es un pronóstico que ahora pueda darse por definitivo, ya que lo que cuenta es la tendencia y PP y Cs han bajado 0,4 y 1,1 puntos, respectivamente, pasando el 52,5% al 51,3%. Por su parte, Vox avanza 0,3 y 1,4 puntos desde diciembre, momento en el que irrumpe en Andalucía, por lo que puede estar dando señales de que su mensaje de partido de «derecha patriótica» o de «derecha de verdad» necesitará nuevas estimulaciones mediáticas. Si el centroderecha quiere invertir esa leve tendencia a la baja y tener serias opciones para gobernar tendrá que movilizar a su electorado, algo clave en unos comicios en el que las mayorías oscilarán por muy pocos escaños, además de que, por el sistema proporcional, el centroderecha supera en más ochocientos mil votos al bloque de la moción censura, pero no en diputados. Según el mismo sondeo, la participación crece 0,2 puntos respecto a 2016, aunque es insuficiente para dar un vuelco electoral. Si en el caso de Andalucía, la abstención de la izquierda favoreció para que el PP y Cs, con el apoyo de Vox, relevase en la Junta al PSOE, la deserción del votante conservador podría perjudicar a esta opción. Hay, además, un factor en el reparto de votos que será determinante y que pondrá encima de la mesa la necesidad de un voto útil: el PP se verá perjudicado en las circunscripciones pequeñas si el voto va para Vox porque no se materializará en escaños. La fidelidad de voto en el PP es del 63,8% y del 82,7% en el PSOE. Aunque desde la llegada a La Moncloa de Sánchez estemos viviendo en una campaña permanente, los mensajes fuertes, los que puedan movilizarlo, todavía no han llegado, a pesar incluso de que la izquierda ha mejorado en su conjunto y haya pasado del 40,1% al 40,8%. Todo indica que Pablo Casado deberá pedir todo el voto para su partido porque, además, se abre otra opción, aunque negada por Albert Rivera: la suma de PSOE y Cs se queda a cinco escaños de la mayoría en el Parlamento.
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