Pago a proveedores

Tiene que fluir el crédito

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha querido dar especial trascendencia a la presentación oficial de una de las reformas clave en el proceso de recuperación económica y social de España, y en la que ha puesto sus mayores esperanzas. Se trata del anteproyecto de ley de emprendedores, que se aprobará en el próximo Consejo de Ministros y de cuya eficacia va a depender buena parte de la lucha contra el desempleo, que es el principal problema de la nación y el primer objetivo a batir. De ahí que se eligiera como escenario el Palacio de la Moncloa, que al acto acudieran la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría; los ministros de Hacienda, Cristóbal Montoro; Empleo, Fátima Báñez, y Sanidad, Ana Mato, y que entre los invitados se encontraran los representantes de las más importantes asociaciones empresariales del país. La ley atiende a las reiteradas demandas de los autónomos y de las pequeñas y medianas empresas, que forman el grueso del tejido económico de España y dan empleo al 75 por ciento de los trabajadores, con tres ejes principales: modificación del régimen del IVA de caja, que no tendrán que pagar hasta que no hayan cobrado las facturas; la limitación de la responsabilidad financiera, que evitará que un fracaso empresarial suponga la pérdida de todos los bienes presentes y futuros del emprendedor, y la reducción de las trabas burocráticas, hasta el punto de que se podrá constituir una empresa en menos de 24 horas. Sin embargo, la funcionalidad de esta serie de medidas, en sí mismas impecables, va a depender, y mucho, de que vuelva a fluir el crédito en condiciones aceptables. Ésa es la piedra de toque del sistema, y de ello es perfectamente consciente el presidente del Gobierno, que centró su intervención ante los emprendedores en reclamar a las entidades financieras que cumplan con su parte y apuesten por el futuro y por unos ciudadanos que «han hecho bien las cosas, han cumplido sus deberes, tienen posibilidades de éxito y el derecho a que se les dé crédito». Pero si es incuestionable que, dadas las actuales circunstancias, con una deuda nacional cifrada en el billón de euros, la financiación no puede depender sólo del Estado, tampoco es factible hacerla recaer exclusivamente en un sistema bancario que apenas está superando una de las crisis financieras internacionales más graves de los últimos cincuenta años. De ahí que Rajoy insista en la absoluta necesidad de que la Unión Europea se implique en la batalla del crédito, aplicando de una vez por todas las reformas ya aprobadas por el Consejo de la UE y eximiendo del objetivo del déficit las partidas dedicadas a la creación directa de riqueza, amén de poner en marcha los instrumentos de que dispone para estimular el crédito. España hace sus deberes; falta que Bruselas haga lo propio.