Ginebra

Un acuerdo vergonzante para Europa

La Razón
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La gestión del desafío humanitario que ha supuesto la llegada masiva de refugiados ha sido un desastre desde el principio. El primer error lo cometió la canciller alemana, Angela Merkel, al instar a los países limítrofes de la Unión Europea (sobre todo del este) a abrir sus fronteras, lo que provocó un evidente efecto llamada y vulneró el Tratado de Schengen. A esta primera ilegalidad siguió un cúmulo de despropósitos que ha culminado con un vergonzante acuerdo con Turquía. A partir de ahora, la UE podrá realizar devoluciones masivas a suelo turco de todo inmigrante, sea sirio o no, que alcance las costas griegas. Este punto incumple, además del Tratado de Funcionamiento de la UE, otros universales como la Convención de Ginebra, según la cual se debe garantizar un refugio seguro a todo el que huya de la persecución. Se mire por donde se mire, Turquía no ofrece esas garantías. Europa lo sabe y se ha saltado a la torera su propio compromiso con los Derechos Humanos rubricado en varios tratados internacionales. A nadie se le escapa que el reto planteado por el más de un millón de solicitantes de asilo es colosal, pero en su ansia por solventar la crisis que ha removido sus cimientos, la UE se ha traicionado a sí misma. Y el precio a pagar superará con creces los 6.000 millones prometidos a Ankara por hacer el trabajo sucio.