Cataluña
Un nuevo PSOE sin Pedro Sánchez
El acuerdo del Comité Federal del PSOE por el que se autoriza a su secretario general, Pedro Sánchez, a intentar formar gobierno con Podemos y otros partidos de izquierda si la formación de Pablo Iglesias renuncia a plantear un referéndum de autodeterminación en Cataluña no oculta la grave fractura abierta en el socialismo español, en el que la mayoría de los barones territoriales con más peso interno consideran que cualquier intento de gobernar en minoría bajo la dependencia de los nuevos populismos sólo puede conducir a acentuar la caída electoral que viene sufriendo el partido. Frente a este análisis, correcto a nuestro juicio, que tiene más en cuenta la estrategia a largo plazo para que el PSOE recupere su lugar preeminente en el escenario político español, se encuentran las ambiciones personales y cortoplacistas de Pedro Sánchez, quien, incapaz de hacer la menor autocrítica por la debacle del 20 de diciembre, ignora las advertencias sobre el riesgo, cierto, de que un partido en alza como Podemos, que ha conseguido agrupar el voto de izquierdas joven y urbano, acabe por arrebatarle su posición como referente de la izquierda española. Pese a lo que parece creer Pedro Sánchez, existen muchas más razones de fondo para no ponerse en manos de un político populista y de izquierda radical como Pablo Iglesias que la inexcusable «línea roja» de la unidad territorial del Estado. Nada más gráfico de las consecuencias de una alianza sin más argamasa que la de arrebatar la victoria al Partido Popular que lo ocurrido recientemente al jefe de Gobierno portugués, el socialista Antonio Costa, abandonado por sus socios de la extrema izquierda ante el primer problema económico grave que ha tenido que abordar y que sólo pudo ser resuelto con el apoyo de su denostado adversario, el centrista Pedro Pasos Coelho. De la misma forma, convertir al socialismo español en rehén del populismo es la mejor manera de facilitar el objetivo último de Podemos, que no es otro que el de superar electoralmente al PSOE en unas elecciones anticipadas. De ahí que, a la larga, la mejor opción para Pedro Sánchez sería dejar gobernar a Mariano Rajoy, que ha sido el candidato más votado, y abordar primero la imprescindible renovación interna de su partido que, no lo olvidemos, está pasando a la irrelevancia política en media España. Pero si la obcecación del secretario general socialista por ocupar la presidencia del Gobierno no le deja avizorar los peligros del empeño, no parece que ocurra lo mismo con la mayoría de los dirigentes territoriales del partido ni mucho menos con quienes han ejercido antes que él al frente de la secretaría general, y que consideran que un PSOE renovado sólo puede pasar por la renuncia de Sánchez. No es un secreto que en el seno del socialismo se prepara una hoja de ruta, como se dice ahora, alternativa, que parte de la premisa de que la imposibilidad de que el candidato popular, Mariano Rajoy, consiga formar Gobierno lleve a unas elecciones anticipadas. Ante ese escenario, probable, los barones socialistas forzarían en el próximo Congreso del partido, que estatutariamente se tendrá que convocar para marzo, la elección de un nuevo candidato a La Moncloa, con la esperanza de revertir el proceso de caída electoral. En cualquier caso, la fractura interna del PSOE, lejos de soldar, se agrava. Entre otras cuestiones, porque la reedición a escala nacional del «todos contra el PP» de las elecciones autonómicas y municipales supondría incurrir en el mismo error que tan caro le ha costado en votos.
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