Valladolid

Un proyecto para prosperar

El Partido Popular arrancó ayer su Convención Nacional en Valladolid con una indiscutible imagen de unidad y solidez. La puesta en escena permitió visualizar la fortaleza de un proyecto que ha merecido en las últimas citas electorales un extraordinario respaldo de la ciudadanía, y que se mantiene como la opción favorita para una mayoría de españoles, según las encuestas más recientes. Esas primeras filas del auditorio de la ciudad castellana simbolizaron la dimensión de una organización con responsabilidades de gobierno en el Estado, en gran parte de las autonomías y en una mayoría de ayuntamientos. El PP ha llegado a una cita importante en el actual tiempo político en unas condiciones sólo al alcance de una formación consistente y experta. Los duros embates de la que es probablemente la crisis económica más dura de las últimas décadas han puesto a prueba al partido y a sus cuadros dirigentes. Evidentemente, la tarea de gobernar en circunstancias tan adversas, enfrentarlas y no sucumbir ante ellas sólo está al alcance de estructuras personales, programáticas y organizativas de enorme consistencia. La realidad es que la España de hoy ha conseguido superar una herencia imposible por parte la izquierda, sin prácticamente margen de maniobra y con una economía abocada al colapso. Siempre es conveniente recordar de dónde venimos para valorar de forma justa hastan dónde hemos llegado y lo que nos queda por delante. En este punto, tenemos claro que un buen gobierno sólo puede funcionar con eficacia si tiene detrás un gran partido, como es el caso. La cita de Valladolid servirá no sólo para reafirmar la cohesión del PP, sino para refrendar sus prioridades y estrategias, bien encauzadas en un rumbo que no puede ser distraído ni desviado. Es obvio que España ha superado la recesión, pero la recuperación de la economía debe seguir centrando los esfuerzos de la acción del Ejecutivo. De que se consoliden las buenas expectativas y de que se cumplan, e incluso se superen las previsiones, depende la prosperidad de la gente, que es el primer objetivo de cualquier gobernante responsable. «Tenemos una responsabilidad, que es mejorar la calidad de vida de los vecinos a los que representamos. Y no malgastar un solo euro de los que los ciudadanos pagan con sus impuestos». Lo dijo ayer María Dolores de Cospedal en la inauguración del cónclave popular y tiene razón. Se ha avanzado y se han dejado atrás situaciones muy difíciles, pero para llegar a la meta económica que los españoles necesitan y merecen queda un trecho que requerirá del Gobierno más empuje, determinación y reformas. La consistencia del PP y la estabilidad política que proporcione serán claves para que la mejoría se consolide.