España

Un Rey ejemplar hasta el final

Que la abdicación del Rey no suponga trastorno institucional o social alguno para España es el mejor elogio que se puede hacer de su regia figura y el resumen, en definitiva, de una obra política sin parangón en la historia reciente. Don Juan Carlos ha sido el artífice principal en la creación del Estado democrático y de libertades del que hoy disfrutamos los españoles. Y lo ha sido tanto en los momentos de máxima dificultad, cuando hubieron de vencerse las resistencias del pasado y los embates de la violencia terrorista, como en los tiempos más tranquilos en los que se fue consolidando la convivencia, y la sociedad interiorizó los valores de tolerancia, pacto y respeto a los derechos fundamentales que han hecho de nuestro país uno de los más avanzados del mundo. Sí, la democracia española es inherente a la Monarquía parlamentaria encarnada y conformada por Don Juan Carlos, y sus 39 años de reinado serán contemplados por las generaciones venideras como el periodo histórico más fecundo y afortunado desde los albores del siglo XIX. Ciertamente, el Rey ha anunciado su abdicación, muy reflexionada, en unos momentos de dificultades económicas y de marejada política, pero, tal vez, en el manejo de sus tiempos debamos extraer su última y mejor lección: que nunca más las circunstancias coyunturales, por muy adversas o complicadas que se presenten, por desalentadoras que sean, puedan afectar a los cimientos del edificio institucional, tan laboriosamente levantado. Que el Estado de derecho que es la España de la Constitución nunca más esté a merced de quienes no respetan las leyes y la democracia. El Rey, pues, abdica, y la trascendencia de su gesto nos marca el camino a seguir, que no es otro que la perseverancia en el orden constitucional que, bajo su impulso, nos hemos dado. Así lo expresó ayer Su Majestad en el discurso de despedida a los españoles. Se va con el orgullo del deber cumplido; culminada la misión que se impuso: hacer de España una democracia avanzada, incardinada en Europa. Se va expresando agradecimiento a todos los ciudadanos, que le han acompañado en la tarea, y a quienes han colaborado directamente con él desde la lealtad. Pero, al mismo tiempo, considera que ha llegado un nuevo tiempo. Que la crisis, que tantas cicatrices ha dejado, ha sido también una oportunidad para corregir disfunciones y errores. Que las nuevas generaciones deben pasar a la primera línea para conducir a la nación por la senda del progreso. Se cumplirán con la normalidad de lo establecido las previsiones sucesorias y los bien reglados protocolos de la coronación del nuevo Rey, Don Felipe de Borbón y Grecia. Con la denominación de Felipe VI, el aún Príncipe de Asturias ocupará la Jefatura del Estado. La continuidad dinástica e institucional está encarnada en un hombre respetado por sus virtudes, su sólida formación académica y su experiencia profesional ganada en el desempeño diario de sus funciones desde hace muchos años, desde la adolescencia, y querido por su caracter afable, cercano y cálido. Una persona de convicciones firmes, que le llevaron a formar su propia familia por encima de convencionalismos. Su boda por amor, con una joven española ajena por completo al mundo de la nobleza pero con excelente formación humana y profesional, se ha demostrado –mucho más en este momento histórico– un gran acierto, tanto desde el punto de vista personal como desde los intereses de la Institución a la que sirven, que son los de la Nación. La inmensa mayoría de los españoles ya estaba convencida de que Don Felipe sería un buen Rey para España, garantía de estabilidad y progreso para los años venideros. No es casual que actualmente sea el miembro de la Familia Real mejor valorado, con el apoyo de más del 70% de los españoles. Son votos que todos hacemos por el futuro de nuestro país, desde la seguridad y la convicción de que la Monarquía española, anclaje de nuestra democracia, tendrá el titular que mejor puede servirla. Como ha hecho Su Majestad durante todo su reinado. Desde el sacrificio, el valor y su claro sentido de la unidad. Del mismo modo que España ha sido muy afortunada al contar con Don Juan Carlos como Jefe del Estado desde el año 1975, también ahora los españoles nos podemos sentir afortunados por contar con un sucesor de la calidad humana, intelectual y profesional como Don Felipe.