Sanidad Pública
Una desgracia médica que se pudo evitar
Un cúmulo de errores acabó provocando el pasado domingo el fallecimiento de una niña de ocho años en el Hospital Comarcal de la Selva, en Blanes (Gerona). La paciente ingresó con un diagnóstico de cetoacidosis diabética. La gravedad de su estado y el que dicho centro no dispusiera de una UCI infantil aconsejó su traslado al Hospital Josep Trueta de la capital gerundense, a 45 kilómetros de distancia. Para ello era necesaria una ambulancia medicalizada infantil, según la organización de la Sanidad catalana –en el resto del país, salvo en Baleares, las ambulancias están adaptadas para niños y neonatos–; ésta fue solicitada y, dado que la unidad se encontraba en Barcelona, tardó dos horas en llegar a Blanes. Cuando lo hizo, ya era tarde. Nadie se explica cómo pudo suceder tan desgraciado suceso en una comunidad con una Sanidad con servicios homologables a los mejores . De nada sirve buscar explicaciones en que los recortes han mermado los servicios, porque se dispone de los medios para estabilizar a un paciente con el cuadro que presentaba este caso, aunque no el hospital de cercanía donde ingresó en un primer momento. El consejero de Sanidad, Antoni Comín, ha abierto una investigación para aclarar las causas que llevaron a tan fatal desenlace. Por lo tanto, sobra y no tiene sentido que Comín diga que Cataluña «va por delante del resto del Estado» en el servicio de unidades móviles de emergencia para niños. Sencillamente, es diferente.
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