España

Una fusión necesaria

La absorción de Banesto por el Banco de Santander es una operación financiera necesaria y de gran utilidad que, además, se produce en el momento estratégicamente más oportuno. Es impecable porque los beneficios alcanzan a los accionistas de ambas entidades – con un 25 por ciento de prima sobre las acciones de Banesto–, porque se aprovechan las sinergias para crear un banco mucho más fuerte en un mercado internacional en plena evolución y porque se llevará a cabo con el menor coste social posible, renunciando a los expedientes de regulación de empleo a cambio de programas de bajas incentivadas, recolocaciones en otras unidades del grupo que necesiten aumentar plantilla y rotación natural. Y es oportuna porque se produce cuando la rentabilidad del sector bancario en España está bajo presión y las perspectivas de futuro apuntan a una mayor concentración bancaria, en la que la estrategia de «marca única» es la más apropiada para un mercado de bajo crecimiento. En este aspecto, el Banco de Santander parte de una posición inobjetable, puesto que su marca es una de las más fuertes del sistema financiero internacional. Sólo hay dos firmas españolas entre las 100 primeras del mundo, según el prestigioso instituto de evaluación Best Global Brands, y una de ellas es el Santander; la otra es Zara. Pero es que, además, la entidad que preside Emilio Botín ocupa el primer puesto en el ranking de marcas financieras mundiales de la zona euro. La fusión no presenta graves inconvenientes, entre otras cuestiones, porque ya existe un altísimo grado de integración entre el Banco de Santander y Banesto, además de Banif, y es perfectamente posible que se cumpla el plazo previsto de mayo de 2013 para tenerla completada. La nueva entidad espera obtener en los próximos tres años un impacto financiero de 520 millones de euros antes de impuestos, entre los ahorros de la reestructuración y el incremento de ingresos. Pero, en cualquier caso, y sin pretender poner en duda sus previsiones, lo esencial es que se acomete una operación estratégica de gran alcance que refuerza la posición del Banco de Santander y, con él la de la banca española en unos momentos en los que se avecinan grandes cambios en el sistema crediticio de la Unión Europea, con la creación de un supervisor bancario único. La crisis financiera española, muy vinculada a la «burbuja inmobiliaria», ha implicado una profunda reforma del sector que, al final, llevará a la concentración de entidades, con el resultado de firmas más grandes y rentables, que garanticen la solidez del sistema financiero español, uno de los requisitos sobre los que debe asentarse la credibilidad de España y que tantos problemas nos ha traído en los mercados financieros. En suma, la operación fortalece nuestra estructura bancaria en un momento decisivo.