Nacionalismo
Una política de hechos concretos para Cataluña
El objetivo de Mariano Rajoy es que el conflicto abierto por el independentismo no perjudique a los catalanes y que los proyectos de políticas tangibles y reales puedan llevarse a cabo. Los últimos movimientos del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, pidiendo diálogo, pero poniendo encima de la mesa como condición irrenunciable la celebración de un referéndum, parece una coartada para justificar la puesta en marcha de las leyes que abrirían la puerta a la independencia y que situaría a la Generalitat en una ilegalidad flagrante. El Gobierno recurrirá esas normas y lo saben. Pero Rajoy está empeñado en mantener el diálogo con la sociedad civil. No hay otra opción que la recuperación de la voz por parte de amplios sectores de la sociedad civil catalana contraria al «proceso» y que buscan fórmulas para arreglar el conflicto. De ahí la necesidad de redoblar la presencia institucional del Gobierno en Cataluña y de escenificar lo antes posible este encuentro en políticas de infraestructura –lo que incluiría tratar el proyecto de corredor mediterráneo– y concretar en los Presupuestos de 2017 inversiones que afectan a Cataluña. Esta es la política real. Entrar en el cuerpo a cuerpo al que la Generalitat está retando no conduce a nada. La manifestación del pasado domingo en Barcelona contra el «proceso» es una seña de que existe una Cataluña más allá del nacionalismo intransigente.
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