Y volvieron cantando
La España paralela
La etapa preelectoral en la que ya nos venos metidos hasta las cejas va a estar plagada de ocurrencias y sobre todo de mucho humo y mucha tinta de calamar
La irrupción de la plataforma «sumar» de Yolanda Díaz en el escenario preelectoral de cara a los decisivos comicios generales de diciembre ha puesto a trabajar a toda máquina al mundo de la demoscopia, en un lógico intento por recolocar dentro del espacio de la izquierda unas piezas que ya no están tan definidas como ocurría tiempo atrás, aunque siempre hay una hora de la verdad que es la que marcan los ciudadanos con su voto, a veces haciendo desmoronarse con un simple soplido todo un frágil castillo de naipes montado desde los laboratorios de la estrategia partidista. A veces son esos ciudadanos los que señalan a sus representantes políticos la puerta de salida, sencillamente por haber cometido el error de construir mundos paralelos en detrimento de las «cosas de comer» en el día a día. Sin ir más lejos, recientemente con la inflación subyacente lejos de estar controlada, con el dato de ahorro familiar decreciendo en las castigadas familias o con delincuentes sexuales beneficiándose de cambios legislativos, resulta que lo que supuestamente ocupaba a la generalidad de los españoles era la imagen de una señora de 68 años sentada en una silla de ruedas a la salida de un hospital de Miami con un bebé en sus brazos. España es uno de esos países especiales en los que da la sensación de que la realidad de la calle va por un lado en forma de problemas pendientes de solución, mientras que lo que ocupa a políticos y medios de comunicación discurre por derroteros totalmente distintos, como si existiera una absurda necesidad de crearse nuevos conflictos o rescatar debates arrumbados en algún rincón, con objeto de tapar la permanente incompetencia para ventilar los ya existentes, a todas luces bastante mas importantes para el presente y el futuro del país.
La etapa preelectoral en la que ya nos venos metidos hasta las cejas va a estar plagada de ocurrencias y sobre todo de mucho humo y mucha tinta de calamar. En un momento en el que los argumentarios están más que exprimidos tocará buscar el voto recurriendo a remover las tripas ideológicas de la feligresía, otra cosa es que los electores sean tan inmaduros y amnésicos como algunos pretenden. Pensar que el disputado voto en la cabeza de un alfiler se va a decantar por lo que haya hecho en Miami la señora Obregón, tal vez sea demasiado pedir.
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