A pesar del...
Fernández Flórez, Mandeville, Smith
Las raíces liberales y económicas de Smith están más claramente en la fisiocracia, la Escuela Escocesa de Filosofía Moral y, a través de ella, en la escolástica española
Aconsejado por Rafa Latorre para mi sección sobre Literatura y Economía de La Brújula de Onda Cero, he leído Las siete columnas de Wenceslao Fernández Flórez. La clave del libro es la petición que el anacoreta Acracio, de revelador nombre, le formula a Satanás: «Haz que desaparezcan de entre los hombres los siete pecados capitales. Que puedan ser puros y limpios los corazones de las criaturas de Dios y que la paz perdida con el Paraíso vuelva a reinar sobre la tierra». El demonio acepta y la buena nueva recorre el mundo. Con su habitual ironía, añade el autor: «Los caudillos socialistas hicieron saber que la decisión de Satanás equivalía al triunfo de los ideales del partido». El resultado de tan virtuosa iniciativa es la ruina del mundo, porque sin esos pecados no hay trabajo, ni comercio, ni industria, ni ahorro, etc. Sentencia el protagonista, Florio Oliván: «los siete pecados capitales eran las siete columnas que sostenían el edificio social, la civilización, el progreso». El argumento del escritor gallego es esencialmente el mismo que había planteado Bernard Mandeville dos siglos antes en La fábula de las abeja. Susan Pozo y Warren Samuels lo analizaron en 1992 en un ensayo que contó con la colaboración del profesor Fernando Méndez Ibisate, colega mío en la Universidad Complutense.
Tres décadas más tarde, el profesor José Atilano Pena López, de la Universidad de La Coruña, sin citar a Pozo y Samuels, subrayó la semejanza entre ambos libros, pero calificó el de Mandeville como «la obra más emblemática del pensamiento liberal-anglosajón», porque «constituye la raíz fundamental de la obra fundacional de la ciencia económica, La Riqueza de las Naciones (Volvoreta, Nº 5, 2021). Aunque Adam Smith reconoció la fértil noción mandevilleana de las consecuencias no deseadas –que también ponderaría Hayek– no parecen correctas esas afirmaciones, por un doble motivo. De una parte, las raíces liberales y económicas de Smith están más claramente en la fisiocracia, la Escuela Escocesa de Filosofía Moral y, a través de ella, en la escolástica española. De otra parte, como recuerda el doctor Méndez Ibisate, el sistema moral smithiano está explícitamente en contra del de Mandeville: «Existe otro sistema que elimina por entero la distinción entre el vicio y la virtud, y cuya tendencia es por ello totalmente perniciosa: me refiero al sistema del Dr. Mandeville», Teoría de los sentimientos morales, Alianza Editorial, pág. 520.
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