El trípode

El final de los revolucionarios JJ.OO. de París

Estos Juegos Olímpicos de París se han caracterizado por un marcado espíritu anticristiano y revolucionario

Ayer finalizaron los JJ.OO. de París cuya ceremonia de inauguración ya forma parte de la Historia olímpica para solaz de los admiradores de la Revolución, de la Ilustración y del iluminismo frente al «oscurantismo» de una Cristiandad que «solo» contribuyó al desarrollo de la civilización y la cultura con las maravillosas catedrales románicas y góticas, y promoviendo los gremios profesionales y espléndidas bibliotecas. Su blasfema parodia de la Última Cena ha tenido más impacto mediático que una parte de las competiciones deportivas que debieran ser las auténticas protagonistas de los Juegos. Ha sido sin duda un signo de los tiempos que vive Europa y en general todo el mundo Occidental desgajado de sus raíces judeocristianas y con ese espectáculo anticristiano.

Tanta Ilustración en su Agenda 2030 no se ha visto debidamente reflejada en la Villa Olímpica donde han sido objeto de una crítica generalizada las condiciones climáticas y alimentarias por parte de los atletas hasta el punto de que no pocos de ellos de diversas delegaciones buscaron alojamiento en otros lugares. En ese contexto ideológico organizativo, ha destacado el tenista serbio Djokovic que ganó la medalla de oro en la final frente a Carlos Alcaraz. Reconozco que hubiera deseado la victoria de nuestro gran jugador, pero la desacomplejada personalidad del serbio puso de manifiesto admirablemente la expresión pública de su fe como cristiano ortodoxo. Nadal, junto a Zidane, al final de aquella inauguración fue el contrapunto, dándole el único tono deportivo a aquella interminable y lluviosa ceremonia.

Su espíritu revolucionario tuvo una lamentable plasmación nada menos que en la imagen de una mujer guillotinada, con su cabeza sostenida entre sus manos -mientras cantaba-, y que pretendía representar a la reina María Antonieta. Ese terrible suceso se produjo en 1793, unos meses después de pasar por el patíbulo su marido el rey Luis XVI al que siguió su hermana madame Elisabeth, quien no quiso huir sino que se mantuvo junto a ellos en la prisión del Temple para acompañarlos en la tribulación corriendo su misma suerte. Todo un espectáculo muy feminista como corresponde a la «Liberté», el principio revolucionario cuya palabra además se proyectó sobre esa grotesca imagen.«Feminismo y libertad» mostrando a una mujer reina, guillotinada por los demócratas revolucionarios por no compartir sus valores. Muy feminista también aquel combate en el que la italiana Carini, se retiró a los 46 segundos, tras recibir un tremendo puñetazo de su contrincante argelino de sexo «indefinido» transgénero. España con 18 medallas, no ha igualado todavía las 22 de Barcelona'92.