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Lío padre

Es tendencia automatizada de la época no hacer más que hablar de los rasgos de masculinidad como si fueran exclusivamente tóxicos. Nadie menciona los rasgos de masculinidad que son enormemente positivos (que los hay, y muchos)

Hoy es la fecha en la que, durante decenios, hemos celebrado la paternidad masculina. Personalmente, nunca he tenido nada en contra de la celebración. Tampoco me he llevado a engaño y he sido siempre perfectamente consciente de que se trataba tan solo de una digna operación comercial, tan válida (o inválida) como cualquier Día de la Madre. Pero ahora los tiempos y las modas cambian, y se provocan paradojas curiosas. Este año, todo el mundo ha celebrado el Día del Padre con las mismas ganas de siempre, pero a la vez un poco (podríamos decir) con la boca pequeña. Obviamente, en tiempos donde se culpa de todo a un ente abstracto -enormemente elástico- llamado patriarcado, da como apuro ponerse ahora rimbombante a ensalzar la figura del progenitor.

Padre y patriarca son palabras que se encuentran muy cercanas. Eso conduce a la habitual confusión atropellada de usar unas palabras por otras y relacionar cosas que no tienen nada que ver entre sí. Es indudable que, durante muchos siglos, se han perpetuado estructuras patriarcales que han perjudicado grandemente a la mujer concreta. Pero la existencia de estructuras patriarcales no significa que exista automática y estrictamente un ente llamado El Patriarcado al que se pueda reñir, invitar a tomar café, llevar de la oreja castigado a su cuarto y dejarle sin cenar. Son los inconvenientes de sustantivar los adjetivos, antropomorfizar los conceptos, e inutilizar un adjetivo muy operativo a base de convertirlo en un sustantivo que no responde a un ente real.

Es tendencia automatizada de la época no hacer más que hablar de los rasgos de masculinidad como si fueran exclusivamente tóxicos. Nadie menciona los rasgos de masculinidad que son enormemente positivos (que los hay, y muchos). Mientras se nieguen esas bondades, no podremos avanzar. Porque, desde ese prisma, la cuestión será un constante malentendido de posiciones puramente de boquilla que no interesaran al hombre por falsas e inoperantes. O sea, un lío Padre.