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Medias verdades económicas y trampas de deuda autonómica
El perdón de la deuda autonómica consiste en apuntarla en otro sitio para que la paguemos todos los españoles, catalanes incluidos, aunque, eso sí, unos más que otros
William Shakespeare (1564-1616), siempre un referente, escribió en «La tempestad» –acto I– que «a fuerza de repetir una cosa la memoria comete el pecado de dar crédito a su propia mentira». Diego Rubio, jefe de gabinete de Pedro Sánchez, en su tesis sobre el engaño, investigada en «las bibliotecas y cafés de Oxford, Madrid, Roma, París, Lisboa y Nueva York» (sic) detalla que «el engaño hace posible la acción política y el arte de gobernar». El PSOE, en vísperas navideñas, apechuga con una semana judicial dura, aperitivo de otras muchas. Es dudoso, incierto al menos, que al final –salvo pruebas rotundas de Aldama todavía pendientes tras su declaración de ayer– haya condenas, lo que no evitará al sanchismo un calvario por los tribunales el resto de la legislatura.
El inquilino de la Moncloa aprovecha el mínimo dato positivo para sacar la cabeza y sigue el consejo de su jefe de gabinete. Aireó con pompa y circunstancia las alabanzas de The Economist a la economía española, ciertas, pero con mucha letra pequeña. El semanario, como apunta el economista socialdemócrata José Carlos Díez, coloca a España en la vanguardia económica, pero solo en algunas cosas. Elude que también es líder mundial en paro, que en renta per cápita es el país 30 del mundo y el tercero con mayor riesgo de pobreza en Europa, tras Rumanía y Bulgaria. The Economist además atribuye el éxito español sobre todo «a las reformas del sistema financiero y del mercado laboral impulsadas por el anterior gobierno conservador», el de Rajoy. Sánchez, claro, da crédito a su memoria shakespereana y olvida ese pequeño –enorme– detalle.
El presidente también promete un perdón de toda o parte de la deuda de las Comunidades Autónomas con el Estado. No tiene otro remedio si quiere conceder parte de lo que los «indepes» catalanes exigen, porque el «concierto» es inviable. Lo dicen hasta los expertos de María Jesús Montero. La quita de la deuda es una inmensa trampa para ciudadanos y contribuyentes y un regalo para políticos autonómicos. La condonación no borra la deuda, que siempre hay que pagarla, aunque haya quienes –alrededor del Gobierno y su periferia– digan que «como nunca se paga, no importa». Falso. El perdón de la deuda autonómica consiste en apuntarla en otro sitio para que la paguemos todos los españoles, catalanes incluidos, aunque, eso sí, unos más que otros. Y la condonación de la deuda no deja de ser «la trampa que ha tendido este lazo» como, en «La violación de Lucrecia», también escribió Shakespeare.
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