
El canto del cuco
Moción de censura
Nunca, desde que hay democracia en España, se ha criticado tanto y con tanta saña desde el poder y sus aledaños al jefe de la oposición. Eso demuestra que no lo está haciendo mal del todo
Feijóo es un hombre juicioso, un político experimentado y un buen dialéctico. Es paciente, sabe escuchar y prefiere ir sobre seguro. Por eso se resiste a presentar una moción de censura contra el presidente Sánchez aunque es consciente de que hay razones de sobra para ello. Prefiere esperar a que la fruta madure y caiga del árbol por su propio peso. Cree que no tardará, que bastará con otra ráfaga judicial. Hace como aquel que se sentó en la puerta de su casa para ver pasar por delante el cadáver de su enemigo. Esta pasividad irrita a muchos de sus partidarios y provoca el desprecio de sus adversarios, que además ven al político gallego como la principal amenaza a su vida confortable y bien retribuida. Nunca, desde que hay democracia en España, se ha criticado tanto y con tanta saña desde el poder y sus aledaños al jefe de la oposición. Eso demuestra que no lo está haciendo mal del todo.
Sus partidarios más exigentes preferirían no esperar más. Consideran que la moción de censura es ya un deber ético antes de que el autócrata, así lo llaman, se lleve todo por delante. Los últimos ataques a la independencia judicial han hecho sonar todas las alarmas, mientras la corrupción trepa como la hiedra por los muros de La Moncloa. Hay motivos de sobra para solicitar solemnemente al Congreso la destitución del presidente Sánchez en defensa de la Constitución, de la convivencia democrática y para evitar males mayores. Nunca se ha censurado a ningún otro presidente con más fundamento, aunque la aritmética parlamentaria pueda favorecerle, que está por ver después de la espantada de Junts. Se comprobaría, pasara lo que pasara en la votación final, que hay alternativa.
Es comprensible que un hombre cauteloso como Feijóo, acostumbrado a ganar elecciones, se resista a dar el paso, por temor a que sirva para reafirmar a Sánchez, alentar a sus partidarios y polarizar más la vida pública. Son razones de peso, pero también cabe la posibilidad, como ocurrió con la moción de Felipe González a Adolfo Suárez en 1980, de perder la votación y ganar el debate. La victoria parlamentaria del líder de UCD no impidió el rotundo triunfo electoral del PSOE en 1982. Me lo dijo Suárez, desolado, el día de la moción: «He ganado la votación, pero he perdido el debate». Pues eso. Feijóo está en condiciones de ganar el debate a Sánchez y puede ganar también la votación si sabe negociar y presenta la moción con el compromiso expreso de convocar elecciones en un plazo de tres meses.
✕
Accede a tu cuenta para comentar