Opinión
La multiplicación del arroz en Olivenza, el gran milagro
Este puente de la Inmaculada he visitado la hermosa localidad pacense de Olivenza, cargada de historia entre España y Portugal
Este puente de la Inmaculada he visitado la hermosa localidad pacense de Olivenza, cargada de historia entre España y Portugal. Su gran atractivo aumenta si cabe, gracias a un extraordinario hecho sucedido el 23 de enero de 1949. La Iglesia lo calificó como un milagro, que evoca el realizado por Jesucristo y conocido como el de la «multiplicación de los panes y los peces». Aquel tiempo era de una gran penuria en España y en esa zona, el hambre y la necesidad se experimentaban con particular intensidad. El párroco de Olivenza –el hoy ya venerable siervo de Dios Luis Zambrano–, había fundado el «Hogar de Nazaret», una obra benéfica para alimentar a los niños y familias más necesitadas de la zona, recibiendo la ayuda de las familias más «pudientes». Aquel domingo de 1949, no llegaron en Olivenza los alimentos por parte del grupo encargado de aportarlos, existiendo tan solo tres tazones de arroz, unos 750 gramos, como única reserva para alimentar a los centenares de vecinos necesitados. La cocinera, Leandra Rebollo natural de Ribera del Fresno (Badajoz), agobiada y compungida por la situación, introdujo ese arroz en la pequeña olla preparada al efecto, pronunciando en voz alta: «¡ay Beato...!, y tus pobres sin comer». Se refería al Beato Juan Macías, nacido en su misma localidad en 1585, y beatificado en 1837, quien huérfano de niño, marchó más tarde al Perú, donde profesó como monje Dominico, destacando por sus obras de beneficencia, el rezo del rosario y sus sacrificios y penitencias por los más necesitados y las almas del purgatorio. Sus restos yacen en la Iglesia del Rosario en Lima, donde es muy venerado por el pueblo. Al comenzar a hervir el arroz, y para sorpresa de Leandra, al extraerlo comenzó a reponerse de manera continuada durante casi 5 horas desde las 12 del mediodía, sin condimento alguno y sin alimentar el fuego. La gente acudió masivamente de la villa y sus alrededores, ante el extraordinario suceso. Esa cantidad de arroz hervido llena una olla de 2’5 litros nada más, y se llenaron dos ollas de 12 litros cada una y una de 15 litros y hasta que el párroco lo retiró del fuego. Once años después se incoó la investigación correspondiente y finalmente el Papa Pablo VI, reconoció el milagro conseguido por intercesión del Beato Juan Macías en 1974. Él mismo le canonizó en Roma, el 28 de septiembre de 1975.
P.D.: Mi gratitud especial al párroco D. Juan Chacón, y las consagradas laicas, D. Clara y Doña Fernanda, hija predilecta de la villa, testigo presencial de los hechos, que a sus 100 años mantiene una extraordinaria lucidez.
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