Al portador

Napoleón, Mecano y la presidenta

Díaz Ayuso, la lideresa inesperada, se quejó ayer del "avasallamiento institucional" en el auditorio de La Razón

Ana Torroja, con su voz más andrógina, canta «No me invitó, pero fui yo». Y luego sigue, «allí me colé y en tu fiesta me planté». El ministro Félix Bolaños, quizá recordó la canción el martes en la Real Casa de Correos, en donde no estaba invitado. La letra y la música de aquel éxito de finales de los años ochenta del siglo pasado, en el apogeo del grupo Mecano, son de Nacho Cano. Isabel Díaz Ayuso le concedió la Gran Cruz de la Orden del 2 de Mayo en 2021 y el compositor, en acto de entrega, se la devolvió a la presidenta incluso le impuso la banda, como reconocimiento a cómo encaró la pandemia y facilitó y fomentó la actividad en Madrid mucho antes que en otros lugares. Napoleón Bonaparte (1769-1821) decía que «un líder es un repartidor de esperanzas». Nadie sabe si la jefa del PP madrileño conocía la frase del gabacho contra el que se rebeló el pueblo de Madrid en 1808, pero ella sí generó una esperanza que, para asombro de partidarios y detractores, la convirtió en lo que ahora se llama lideresa y tal vez también en la verdadera pesadilla de la Moncloa y de su inquilino, que tiene atragantada la asignatura de Madrid.

Pedro Sánchez creyó que la Covid-19 era también una oportunidad para afianzar su poder.

Nunca imaginó que una política semidesconocida, descarada y natural –y bien aconsejada– se erigiría en una lideresa inesperada y en un adversario político temible. Sánchez no se arruga con facilidad, pero ella no le va a la zaga. Ayer, la presidenta madrileña llenó a reventar el auditorio de La Razón. Insistió en que «Madrid es España» y dijo que lo de Bolaños –enviado por Sánchez–era un intento de «avasallamiento institucional». Nunca deja a nadie indiferente. Hubo bofetadas tanto por escucharla como por estar a su lado. Acaricia la mayoría absoluta en la Comunidad de Madrid, pero hasta el último voto hay partido y nada asegurado. Después, trabajará para que Núñez Feijóo llegue a la Moncloa. Si el líder del PP no lo logra, quizá se abra un nuevo periodo, pero los que señalan en ese caso a Díaz Ayuso deben saber que cuatro años es un plazo político casi eterno, en el que un aspirante puede salirse del mapa o desinflarse. Ahora, la presidenta madrileña reparte esperanzas como decía Napoleón y al fondo vuelve a sonar «en tu fiesta me planté», en la voz de Ana Torroja.