Editorial

Hacia una primera vuelta electoral clave

La especialidad de la izquierda no es jugar limpio como ha demostrado en tantas ocasiones y el PP debe estar preparado

Arranca una de las campañas electorales más decisivas de la historia democrática del país. Lo que está en juego en las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo no solo se limita a la renovación de gobiernos en las administraciones más próximas, sino que estamos frente a la primera oportunidad en años de que los españoles se pronuncien de manera directa sobre el gobierno de coalición de la izquierda y la alianza Frankenstein con los principales enemigos de la España constitucional. El escrutinio sobre el poder territorial, con su particular relevancia, ha quedado en esta ocasión en un segundo plano. Sánchez ha entendido que se dirige hacia un punto crucial de su mandato y ha enfocado la cita con las urnas en clave nacional con un despliegue extraordinario de reclamos electorales y una implicación masiva personal y de sus ministros y altos cargos en los actos socialistas. El presidente es consciente como la oposición que de una manera u otra será inevitable que el balance definitivo en regiones y corporaciones, especialmente con la referencia del voto popular en las municipales por su ámbito nacional, sean extrapolados a unas elecciones generales para las que restará poco más de medio año. La singularidad y la dimensión de una primera vuelta de ese cara a cara entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo de diciembre se catalizarán a través de una onda expansiva de alcance y consecuencias indeterminados, pero que en ningún caso será neutra. En las próximas dos semanas no esperamos nada diferente a una izquierda gobernante activa y movilizada en torno a su maquinaria de poder sin reparar en otra cosa que no sea salvaguardar el relato de la victoria el 28M sea real o no. El CIS, con su macroencuesta, ha entrado en juego como activo de la estrategia de Moncloa y ha brindado un triunfo incontestable del PSOE en sus principales feudos contra todos los sondeos conocidos y, lo que es más significativo, en el voto ciudadano, con una mejora global de resultados. Nada que nos asombre a estas alturas en el sanchista confeso José Félix Tezanos, responsable de haber malversado el capital científico y social de una entidad a la que no será fácil recuperar. Hasta el 28M, y como ha sido la tónica en la precampaña, Moncloa convertirá los consejos de ministros y buena parte de los mítines de la izquierda en una tómbola de promesas dirigidas hacia colectivos críticos. El propósito es anegar la actualidad de titulares con muchos de los mismos compromisos incumplidos en los últimos años. El fin justifica los medios y el endeudamiento porque no confía en la gestión de sus barones como garantía de que el veredicto de los españoles sea benevolente e incluso clemente. En estas circunstancias, con esa borrachera de ayudas, subvenciones, cheques y avales, electoralismo puro y duro, la oposición afronta una tarea compleja bajo unas reglas de enfrentamiento adulteradas por el poder. La especialidad de la izquierda no es jugar limpio como ha demostrado en tantas ocasiones y el PP debe estar preparado.