Sin Perdón
El PSOE se humilla ante Puigdemont
«Sánchez no puede esperar que los españoles permanezcamos indiferentes ante una actuación tan reprobable e indigna»
No descarto que el sanchismo consiga superar la actual cota de degradación del PSOE con algún nuevo despropósito. La reunión secreta entre Santos Cerdán y Carles Puigdemont confirma que han tirado la dignidad por el retrete y, al menos, han tirado de la cadena. Es la confirmación de que el gobierno de España es una marioneta de un delincuente fugado de la Justicia que se ha beneficiado de estos años de sanchismo y lo va a seguir haciendo. La debilidad del líder socialista es su fuerza, porque el mensaje que se ha dado en Europa le ha beneficiado en sus procedimientos judiciales. Una actitud firme y contundente, presentando un frente común con el PP, hubiera comportado que Bélgica no hubiera mantenido el pulso. Al final, lo que se ha visto es un gobierno que blanqueaba la rebelión política, pactaba con los independentistas y criticaba la judicialización. Era lógico que Puigdemont se acabara saliendo con la suya. No puedo criticarle, porque su objetivo ha sido y es la destrucción de España. Nunca lo ha escondido. Lo mismo sucede con sus colaboradores.
Otra cuestión distinta es que es un cobarde y, además, un traidor al soberanismo que ha buscado una salida a sus problemas judiciales y los de sus seguidores. Ha pactado con Sánchez para conseguir la amnistía, aunque veremos cómo acaba todo finalmente. Por su parte, Junqueras ha obtenido una serie de concesiones que tienen unas consecuencias demoledoras para el modelo territorial, porque consagrarán la existencia de autonomías de primera y de segunda. El segundo acto del esperpento ha sido la reunión en Ginebra y el anunció de que el embajador salvadoreño Francisco Galindo Vélez es el mediador, verificador y relator. Es repugnante que el PSOE necesite que un diplomático de un país extranjero tenga que mediar en sus relaciones con un partido independentista. No recuerdo un caso similar. Sánchez no ha tenido suficiente con la humillación de la amnistía, que dijo que era inconstitucional, sino que ahora acepta la degradación de un relator. Nunca un secretario general del PSOE tuvo un comportamiento tan lamentable, escandaloso y patético en estos 141 años de historia. No creo que ningún socialista se pueda sentir orgulloso tras constatar lo sucedido en la indigna reunión celebrada en Suiza.
Es una vergüenza que el gobierno de El Salvador acepte que un diplomático suyo participe en una reunión de estas características. El presidente Bukele ha demostrado una falta de coherencia y responsabilidad, porque tendría que haberse negado. A pesar de las brutales críticas que ha sufrido de Sánchez y su aparato político y mediático ahora permite que un embajador en activo actúe como mediador de un acto privado, aunque tenga luego consecuencias muy graves para la gobernabilidad de España. No entiendo cómo lo ha autorizado. Es bueno que el PP tome buena nota, porque es evidente que Bukele actúa con manifiesta hostilidad y se inmiscuye en la política interna de un país amigo. Con amigos como el presidente salvadoreño y su gobierno no es necesario tener enemigos.
No hay que caer en el lenguaje sanchista que pretende que Galindo es un coordinador del mecanismo de verificación. Es un mediador o un relator. Este personaje ha aclarado que el PSOE y Junts le han agradecido su compromiso para «poner a disposición su experiencia y su voluntad de alcanzar la solución política y negociada al conflicto». No sabemos cuál es el conflicto. Lo único que podemos constatar es que Sánchez necesitaba comprar los votos de Puigdemont, en un deleznable acto de corrupción política, y que el relator era una de las condiciones impuestas por el prófugo de la Justicia. Es increíble que Galindo acepte participar en unas reuniones donde se pretende mercadear con la soberanía nacional. La realidad es que dos partidos van a negociar en el extranjero sobre la posibilidad de celebrar un referéndum sobre la independencia de Cataluña. Al margen de la Constitución, de la voluntad del pueblo español y con una felonía sin límites, Santos Cerdán, secretario de Organización del PSOE, acepta en nombre de Sánchez, emprender este proceso que es un escándalo sin paliativos.
Los socialistas han comprado el relato falaz del inexistente conflicto catalán cuando el independentismo estaba en retroceso y sus partidos quedaron en cuarto y quinto lugar en Cataluña en las pasadas elecciones generales. Por tanto, Sánchez no puede esperar que los españoles permanezcamos indiferentes ante una actuación tan reprobable e indigna. Ni siquiera Conde-Pumpido puede legitimar con un «pumpidazo» un referéndum independentista. El sanchismo se dispone a emprender una campaña brutal contra todos aquellos que están en su contra con un nuevo ejercicio de autoritarismo democrático que atenta contra el Estado de Derecho y la división de poderes.
Tras finalizar la reunión en Suiza, Santos Cerdán ha dicho que «ha ido bien». Hay que estar preocupados. Por ello, el PP tiene la responsabilidad histórica de defender a España frente a sus enemigos. No es una cuestión partidista, sino el ataque más grave que hemos sufrido desde que se aprobó la Constitución. España no es una satrapía de Sánchez donde puede imponer su arbitrariedad como si fuéramos sus vasallos. Somos un pueblo formado por hombres libres e iguales que tenemos el derecho de exigir que se respete la separación de poderes y se defienda la unidad de la nación. Sánchez contará con el indigno apoyo de Bukele y Galindo, así como de otros sujetos que reciben los favores del sanchismo, pero hay una España que no está dispuesta a someterse. Hay que llevar el conflicto que ha provocado a todas las instituciones españolas y europeas. Con este PSOE no es posible ningún acuerdo.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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