Sin Perdón
¿Quién polariza en la política española?
«Un converso que ha adoptado la agenda de Puebla como Sánchez no es, precisamente, un angelito moderado, sino un lobo con piel de cordero»
La Fundación del Español Urgente (FundéuRAE), promovida por la Real Academia Española y la Agencia EFE, ha elegido polarización como su palabra del año. Es una decisión acertada, porque es una realidad que se extiende por todo el mundo. Es curioso que la izquierda mediática haya querido concentrar el foco en la oposición, cuando la búsqueda de la polarización es el fundamento de la estrategia del sanchismo. Tenemos el gobierno más radical de la Unión Europea y sus aliados parlamentarios son los independentistas y la izquierda antisistema. No parece fácil encontrar elementos de moderación en Yolanda Díaz, Pablo Iglesias, Arnaldo Otegi, Andoni Ortuzar, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras. Ni siquiera es fácil ponerlos de acuerdo. A nadie sensato se le ocurría en el mundo situar en la centralidad a los antiguos dirigentes de ETA, los comunistas y los independentistas. A ningún periodista o columnista se le ocurriría culpar de la polarización a la oposición cuando tiene enfrente a un Frente Popular que convierte en moderados, dicho irónicamente, a los que se formaron en Francia y España antes de la Segunda Guerra Mundial. El Grupo de Puebla, con alguna excepción, está formado por partidos radicales de izquierdas que sueñan con el modelo de democracias populares, aunque ahora utilicen otra terminología. La excepción es algún socialdemócrata despistado, porque el resto son los comunistas de toda la vida. Por tanto, un converso que ha adoptado la agenda de Puebla como Sánchez no es, precisamente, un angelito moderado, sino un lobo con piel de cordero, aunque todo el mundo sabe que la polarización es su estrategia. Estoy dispuesto a retirar o modificar mis críticas en este terreno si alguien encuentra elementos de moderación en los pactos y las decisiones del sanchismo. Lo sucedido en Pamplona es una muestra de que el líder del PSOE prefiere a un enemigo de España antes que a un partido constitucionalista. Como necesita los diputados de Bildu, no le importa sacrificar la capital navarra e incluso avanzar en la euskaldunización para entregar esta comunidad foral al País Vasco. Por más que sonría y haga declaraciones grandilocuentes, la realidad es que su Gobierno se define por la polarización.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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