
El trípode del viernes
Un «rearme» ético es imprescindible
Sánchez ya dijo al Comité Federal de su PSOE hace unos meses que estaba dispuesto a seguir en la Moncloa «al margen del poder legislativo»
El sanchismo, entendido como una coalición de socialistas, comunistas, separatistas y sucesores de ETA es la versión del segundo y actual Frente Popular de la historia de España, promovido por Sánchez con el único objetivo de seguir en el gobierno. Y ahora se encuentra sumido en una auténtica contradicción existencial, que es la de rearmar militarmente a España -actualmente a la cola del gasto en Defensa en la UE y la OTAN- como exigencia asumida por él ante Bruselas, cuando sus socios y aliados se oponen rotundamente a ese rearme. Cualquier dirigente de un gobierno de la UE o la OTAN -que difícilmente habría formado un gobierno de esas características- ante una situación así, adoptaría la decisión propia de una democracia parlamentaria, que es disolver el Parlamento y convocar elecciones -caso de Scholz en Alemania- o plantear una cuestión de confianza -caso del PM de Portugal. Pero Sánchez ya dijo al Comité Federal de su PSOE hace unos meses que estaba dispuesto a seguir en la Moncloa «al margen del poder legislativo». Y ahora pretende marginar al Congreso de esa crucial decisión sustrayéndola de la sede y representación de la soberanía nacional. Nada menos que se atreve a decir que sea la oposición la que con «sentido de Estado» le permita seguir en el poder. Es decir, que el partido que ganó las elecciones ayude al derrotado para que pueda aguantar unos años más. Los integrantes del sanchismo, si tuvieran «lo que hay que tener» ante una situación así, le retirarían su apoyo y se vería obligado, al quedar en minoría y no poder cumplir con esa exigencia, a convocar elecciones. Pero, como no lo hacen, Sánchez pretende que sea el PP el que le apoye: a él, quien con su política del «¡NO es NO señor Rajoy qué parte del NO no ha entendido!» -dirigido a quien había ganado las elecciones con 52
diputados más que él- ha llevado a España a la actual degradación política. Y a Bildu -«le repito si es preciso 50 veces, que con Bildu no hay nada que hablar»- le recibe en la Moncloa mientras al tercer partido del Congreso ni le cita. Lo que ante este espectáculo es mejor que prestarse a su juego. La esperanza es lo último que se debe perder y por ello todavía queremos confiar en que alguno de sus compañeros de viaje se abra a la posibilidad de una moción de censura con un candidato independiente y un único punto de su programa: convocar elecciones y dar la voz y el voto a los españoles. Y abrir un nuevo tiempo político donde determinadas reglas y valores se respeten.
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