Sevilla
Resistencia
Fenando Grande-Marlaska, diputado por Cádiz de (por lo visto) querencias batasunas, dibujó la diana para que un piquete violento agrediese e insultase a los representantes de Ciudadanos –la jerezana Inés Arrimadas al frente– en la manifestación del Orgullo LBIGKTH etcétera. En la izquierda guerracivilista, también rige la teoría del árbol y las nueces que formuló en su momento Javier Arzallus, con sinuosidad jesuítica, para describir las relaciones del PNV con la galaxia etarra. Nihil novum sub sole, y menos en esta política de tercera regional que padecemos. Lo relevante de esta polémica dominguera, esa hoguera de papeles que alumbra los días veraniegos de oscuridad informativa, ha sido la constatación de que el PSOE-A (de Susana Díaz) sigue vivo y con ganas de dar guerra (a Pedro Sánchez). Soledad Pérez, portavoz de Igualdad en el Parlamento regional, ha sido la única socialista que ha expresado su solidaridad con los escrachados y su repulsa hacia los acosadores. Pese a que le pillaba bastante lejos, la exdirectora del Instituto Andaluz de la Mujer no ha dejado pasar la ocasión de señalar que cierta socialdemocracia se encuentra más cómoda junto al centrismo posibilista que a la vera de toda esa chusma ruidosa que tal vez posibilite la investidura del presidente del Gobierno... para a continuación exprimirlo con esa sutileza de matón de discoteca que se gastan. No ha sido más que un gesto, desde luego, pero muy significativo: ya sabe el secretario general que la resistencia en su sucursal meridional, a la que se aprestará a (intentar) desguazar en cuanto se afinque en La Moncloa, convertirá cada declaración en una pequeña trinchera desde la que endurecer su resistencia. Llevan medio año dando la ciudadela por conquistada pero en San Vicente todavía no se ha movido un varal.
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