Al portador

Sánchez y su abuela

«El inquilino de la Moncloa pinta un panorama idílico de España y todo gracias, claro, a sus años de gobierno»

Nicolás Maquiavelo (1469-1527) en sus celebérrimos consejos al Príncipe –al gobernante– le recomendaba «ser un simulador y disimulador», porque «los hombres son tan crédulos, y tan sumisos a las necesidades del momento, que el que engaña encontrará siempre quien se deje engañar». Pedro Sánchez, uno de los mejores alumnos modernos del florentino, actuó ayer, con soltura y oficio, en el ya tradicional balance que suelen hacer todos los presidentes al finalizar el año, también después del último Consejo de Ministros del ejercicio, que se aprovecha para aprobar una batería de medidas y, de paso, colar de rondón algún asunto incómodo. El inquilino de la Moncloa, con muchas tablas y desde una cierta solemnidad atenuada, describió un país casi idílico, en el que casi todo ha ido bien desde que gobierna y en el que, gracias a su equipo y las medidas que adopta, también todo irá bien, a pesar de las incertidumbres que, por otra parte, admite que existen. Todo tan maravilloso que parecería haber sido el modelo del famoso dicho popular de «no tienes abuela».

Sánchez es, sobre todo, doctor en el ejercicio del poder. Además, domina la comunicación y los tiempos, como al anunciar que mañana desvelará quién sucede a Nadia Calviño. Para el presidente todo, salvo sus adversarios del PP, es casi perfecto. La economía va como una moto, a la vanguardia de Europa. El empleo crece y la inflación es mucho menor que hacer un año. La sanidad funciona cada vez mejor y el Gobierno prorroga medidas «para mejorar la vida de la gente». Todo es comunicación. Hay bonificaciones de impuestos que se mantienen, pero cuando suben, lo que ocurre es que se vuelve a la normalidad. Además, para contentar a Yolanda Díaz, y porque es popular, permanecen los impuestos extra sobre todo a los bancos y, en menor medida, a las eléctricas porque lo pide el PNV. Y como a la misma hora, Isabel Díaz Ayuso, también hacía su balance anual, el presidente, que no pierde ripio, se quejó de que lo insultan y recordó lo de «me gusta la fruta», mientras insistía que «España es ahora mejor que cuando llegamos al Gobierno». Su abuela no lo alabaría más y no es fácil encontrar alumno más aplicado de Maquiavelo.