Letras líquidas
La solución Kant
Se hace imprescindible un plan migratorio realista, integral y coordinado
Cuentan que Kant apenas salió de su ciudad natal. De hecho, muchas de sus biografías aseguran que jamás lo hizo. El filósofo de la Ilustración, el pensador de la razón que animó a la humanidad a reflexionar por sí misma, fue capaz de trazar y encauzar su vida dentro de los límites de la actual Kaliningrado, impulsado por unas férreas rutinas que se empeñaba en mantener y que, lejos de lo que pueda parecer, no le impidieron desarrollar las bases de la filosofía moderna ni siquiera cultivar un espíritu abierto, casi cosmopolita. Puede resultar una extravagancia recordarlo ahora, en plena eclosión veraniego-viajera, cuando las escapadas, las maletas, las aglomeraciones y los cambios de escenario parecen coparlo todo. Aunque creamos que el turismo, invento del hombre moderno, es el culmen de las travesías, no se trata del único flujo de movimiento al que se enfrentan las sociedades contemporáneas. La itinerancia es tan antigua como la civilización: siempre hemos ido en busca de alimento, de mejores tierras, de un intercambio de bienes o del impulso del comercio. La historia de la humanidad va ligada a los desplazamientos, pero la velocidad de las comunicaciones y las interconexiones hacen que la dimensión de las migraciones sea hoy el gran reto de las sociedades contemporáneas. Nunca tan cerca ni tan lejos. Distancias que son más que kilómetros y que fuerzan a los países receptores a afrontar el desbordamiento sin esquivar sus aristas. Y España, vecina de África, las debe asumir como abanderada de las llegadas, como la puerta de Europa que es, porque además de las implicaciones éticas y humanitarias, subyacen otras cuestiones más prosaicas (ya avisó el Banco de España, por ejemplo, de la necesidad de 24 millones de inmigrantes en 2053 para sostener las pensiones) que hacen imprescindible un plan migratorio realista, integral y coordinado. La alternativa de seguir mirando para otro lado y confiar en que haya muchos «kants» que no salgan de sus pueblos o ciudades se antoja una estrategia política tan fallida como absurda. ¿No?
✕
Accede a tu cuenta para comentar