El buen salvaje

No son las leyes educativas, son las series de Netflix

El cine y las series, desde Hollywood y las plataformas de pago, no se conciben ya si la «diversidad» no está garantizada, da igual si lo pide o no la historia que quebró los sesos del guionista

En tiempos de Tik Tok pensar que lo que pasa en las aulas o en casa a la hora de comer tiene una influencia poderosa en los niños es mentirnos piadosamente como si los párvulos fuéramos nosotros, que también. La ideología de la neoizquierda, toda esa pringue «woke» con la que se embadurna la mente moderna, se va asimilando en la inocencia de los formatos: una entrevista amable, una serie bienintencionada, una emotiva canción y, cómo no, en los dibujos animados que consumen los más peques. No provocan el rechazo de un discurso de Irene Montero porque el material parece inocente y cándido mientras que la ministra es un émulo vampírico ante la que sacamos una ristra de ajos.

Esta semana nos han informado de que en el episodio octavo de la quinta temporada de «Ridley Jones, la guardiana del museo», de Netflix, se cuenta que el bisonte Fred ha de liderar la manada, pero antes le dice a su abuela que es «no binario» y que para hacerlo de corazón no le pueden llamar él o ella sino elle. Por supuesto, la abuela lo entiende a la primera, no se para a charlar con lo bisonto y, con una música emocionante, emprende su nueva vida como lídere. Este es solo un ejemplo de cómo lo identitario permea por todas las rendijas cotidianas tal que una secta que se expande de manera invisible, un humo, una bandada de pájaros perfectamente coreografiados en nuestro ballet cotidiano en el que nadie choca con nadie porque se hace con educación y mesura, poco a poco, como en tiempos de la heroína.

El cine y las series, desde Hollywood y las plataformas de pago, no se conciben ya si la «diversidad» no está garantizada, da igual si lo pide o no la historia que quebró los sesos del guionista. El Oscar de este año, «Todo a la vez en todas partes» fue un premio políticamente correcto destinado a la comunidad asiática. Conozco a pocos, que, como yo, acabaron de ver la película, y eso que los restaurantes chinos están llenos. «The last of us» el último grito de HBO, hace guiños continuos a la «comunidad» LGTBI, incluso a los animalistas, porque de ellos será el reino de los cielos cuando llegue el fin del mundo. Al cabo, los que no pertenecen a una minoría «oprimida», la mayoría de la población, no merecen ser protagonistas

La «cultura woke» no se aprueba en consejo de ministros, que también, ahí está la «ley trans», sino en los despachos de los que para triunfar no quieren parecer carcas. Nos ofrecen píldoras como hacían en el 68 a través del nefasto cine de arte y ensayo.