Política
«2 de MAYO 2016»
Supuse mal. Pensé no sentirme obligado a referirme a «una de las pocas fechas de nuestra Historia de la que todos los españoles debemos sentirnos orgullosos», como recordó Pérez Reverte en la Casa de Correos de Madrid. Pero constato que hoy la fecha se ha convertido en «arco de puente» vacacional junto al Primero de Mayo. Son más importantes los porcentajes de ocupación hotelera, las imágenes de playas a rebosar o el número de desplazamientos previstos por la DGT, que cualquier reivindicación histórica. Y si algo se celebra en Madrid, lo importante son los corrillos políticos, las encuestas electorales, incluso las ausencias. Poco queda para los héroes.
«Oigo Patria tu aflicción...» (*) le cantaba el poeta al 2 de mayo de 1808. Me temo que a día de hoy no sintamos siquiera aflicción. Tal es el diagnóstico de nuestro encefalograma histórico: plano.
Murat había sentenciado: «Hoy han corrido ríos de sangre francesa; mañana correrá sangre española». Y corrió en la propia Puerta del Sol, en la montaña de Príncipe Pío, en el Paseo del Prado, en Moncloa... y muy pronto en Bailen, Zaragoza, Gerona..., ya que: «cuando en hispana tierra, pasos extraños se oyeron, hasta las tumbas se abrieron, gritando: ¡venganza y guerra!».(*)
Los antecedentes de aquel día conviene recordarlos. Un príncipe heredero, el futuro Fernando VII maquinaba contra su padre Carlos IV desde la conjura de El Escorial (1807) y contra su valido Godoy. España vive un clima de incertidumbre del que se aprovechará Napoleón. En febrero de 1808 tropas francesas en tránsito autorizado hacia Portugal, ocupan plazas fuertes españolas: Pamplona, Figueres, la propia Barcelona y empiezan a comportarse como conquistadores. Bonaparte llegará a proponer desplazar la frontera de los Pirineos al Ebro a cambio de concedernos la parte central de Portugal. Más tarde escribirá ambicioso a su hermano José: «España no es Nápoles; se trata de once millones de habitantes y de 150 millones de ingresos, sin contar las inmensas rentas de todas las Américas. Madrid –además– está a tres días de París».
Ante el avance de las tropas francesas, Godoy aconseja el traslado de la Corte a Aranjuez donde vivirá el «motín» claramente dirigido contra él, pero que indirectamente llega al propio rey Carlos IV. No se trata de un levantamiento popular sino de un golpe minuciosamente preparado, embajador de Francia por supuesto, incluido. La mecha estaba prendida. El Rey abdica en su hijo. Como complemento se saquea la casa de Godoy y la de su madre. ¡La España cainita, desbordada y manipulada, emerge! Del río revuelto vendrá un desprestigio del poder real, el deterioro de la imagen de nuestros reyes ante las potencias del momento. Se cerraba un círculo decadente de alianzas con Francia iniciado en Trafalgar en octubre de 1805, sólo tres años antes.
En Bayona el 10 de mayo cuando aun se viven en Madrid los últimos fusilamientos, se consumará el drama: Napoleón obligará a Fernando VII a abdicar en favor de su hermano José.
No sólo estalla Madrid al conocerse que Murat ha ordenado el traslado de los últimos miembros de la familia real a Bayona, sino a partir de aquel 2 de mayo en toda España. Las multitudes amotinadas asesinan a las autoridades vacilantes. Incluso las prudentes se veían como traidoras. Se habían unido las viejas élites con la aristocracia, el clero, los militares, ciertos ilustrados. Se habían fundido clases sociales en un mismo empeño. Las mujeres no se quedaron atrás. Fundamental su presencia en casi todos los frentes: «y van roncas las mujeres empujando los cañones». (*)
En el cercano pueblo madrileño de Móstoles se unen sus dos Alcaldes –Andrés Torrejón por el Estado Noble y Simón Hernández por el Estado General– con el Auditor General y Secretario del Consejo del Almirantazgo Juan Pérez de Villamil y el Superintendente de la Real Audiencia y Capitanía de Caracas, Esteban Fernandez de León. Nuestra América –Bolívar, San Martín– se unirá a nuestra lucha. Luego reclamarán la misma independencia que apoyaron, para sus propios pueblos.
De Móstoles saldrá un bando, que pronto se convertirá en manifiesto nacional. Llama a la unidad, al sacrificio, al esfuerzo común porque: «no puede esclavo ser, pueblo que sabe morir».(*)
Y se muere en Chamartín, en Zaragoza, en Gerona, en Cádiz... Benito Pérez Galdós novelará lo que representó aquel grito de independencia en varios de sus Episodios: «Trafalgar», «La Corte de Carlos IV», el «2 de Mayo», «El equipaje del rey José». Raymond Carr, relaciona claramente esta fecha con la del comienzo de nuestra última guerra civil, al titular su conocida obra «España:1808-1936».
Este 2016, se repitieron, con limitado eco, los homenajes oficiales. Estrella Morente hizo las veces de alcalde de Móstoles, pidiendo la unidad de nuestra clase política, el sacrificio por el bien general. ¡Algo es algo!
Sólo reclamo un mayor reconocimiento a los miles de españoles que un día se jugaron la vida por defender nuestra independencia.
(*) Oda al 2 de mayo. Bernardo López García. (1866)
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