Luis Alejandre
Gálvez entre nosotros
De él dijo en 1780 el Intendente de La Luisiana: «Trata a la tropa con afabilidad natural lo que lleva a conciliarle con los corazones de sus soldados; es el primero en dormir al raso cuando la falta de lonas impiden hacer tiendas; a falta de pan come arroz y todos hacen de este alimento su mayor regalo; él hace lo que hacen todos, cuando no todos hacen lo que él hace».
Sobre el mismo escribe hoy el General de la Fuente, Director del Centro de Historia y Cultura Militar (CHCM): «Resaltan en su vida unos valores que conviene recordar: valentía ante el peligro, iniciativa ante lo desconocido, magnanimidad en el triunfo, buena administración, abnegación, don de gentes, sentido de estado, lealtad».
Y una resolución del Congreso y Senado norteamericanos reconociendo en su persona el crucial apoyo militar y logístico de nuestra Corona en su lucha por la independencia –definitiva su conquista de Pensacola– le concedía en 2014 la ciudadanía de honor y colocaba su imagen en el Capitolio.
Hablamos de Bernardo de Gálvez(1746-1786) un hombre nacido en Macharaviaya (Málaga) en el seno de una familia ilustrada y de prestigio que destacó en el Siglo de las Luces bajo el reinado de nuestro buen rey Carlos III. Eran los tiempos en los que Floridablanca impulsó nuestra Marina y utilizó como baza el empeño de Inglaterra en la emancipación de las Trece Colonias para reconquistar Menorca e intentarlo con Gibraltar. Su padre, Matías, fue Capitán General de Guatemala y también luchó contra los ingleses (1781-1782) expulsándolos de la isla de Roatán y de la Costa de los Mosquitos la actual Moskitia . Su tío José fue Ministro de Indias y entonces el gran patrón e indiscutible protector de la saga.
Formado Bernardo en la Academia Militar de Ávila estará presente en la Campaña de Portugal en 1765 con 19 años. Lo encontramos después luchando en la frontera de Nueva España, en el frustrado desembarco de Argel y finalmente en la Alta Luisiana durante la revolución americana. Creó el primer ejército multirracial de América integrando milicias españolas-europeas y criollas con mestizos, norteamericanos, franceses, afroamericanos e indoamericanos. Siendo gobernador de La Luisiana se hizo querer por su población francesa. Virrey en México, se preocupó por los desfavorecidos y puso los cimientos del actual Palacio de Chapultepec.
Su vida y su tiempo, que no caben en esta tribuna, lo recoge una magnífica exposición inaugurada a principios de mes por S.M el Rey Felipe VI en Casa de América de Madrid. Su Director, Santiago Miralles asegura que «a nadie dejará indiferente un recorrido por la exposición o la lectura del catálogo». Este constituye un impresionante trabajo de recopilación y estudio magníficamente editado por Defensa.
La exposición pretende dar a conocer al gran público la vida de Bernardo de Gálvez en un intento de resaltar momentos brillantes de nuestra Historia y de las personas que la forjaron. Estamos tan dados a resaltar lo negativo que es necesario hacerlo. Está nuestra sociedad más pertrechada para reconocer a fantoches que a mirarse en el espejo de sus hombres preclaros y valientes, los que asentaron y extendieron aquel imperio. Los que en este caso contribuyeron a crear la gran nación norteamericana.
Yo destacaría de la magnífica exposición dos aspectos. La puesta en valor de todo el legado que ha sabido mantener y mantiene el Ejército en sus archivos, museos y academias que ha reunido su CHCM con personal altamente comprometido y cualificado del que debo destacar al teniente coronel Guerrero Acosta, comisario de la exposición. Pero hay otro aspecto significativo, no siempre dado en el mundo de la Cultura: la conjunción de esfuerzos, la integración, el interés de muchas otras entidades en participar en el homenaje a Bernardo de Gálvez. Al Ejército de Tierra se ha unido la Armada, el Ministerio de Defensa, el Archivo de Indias, el Histórico Nacional, Simancas, la Real Academia de la Historia y la de Bellas Artes de San Fernando, el Museo Nacional de Historia de México, junto a las asociaciones especializadas como la «Bernardo Gálvez» de Málaga o la «National Society Daughters of de American Revolution» (DAR) estadounidense.
No extrañe que nuestros hermanos americanos definan a Gálvez como «un héroe recuperado; un héroe compartido». Porque el General no es sólo nuestro: es también mexicano, es también norteamericano. Es universal.
En tiempos en que es imprescindible recuperar valores como la abnegación, la honestidad, la lealtad y el sentido de estado, estudiar la figura de Gálvez constituye un aliento, un aire fresco necesario para seguir respirando libertad, amenazada nuestra vida por egoísmos, protagonismos e irresponsabilidades.
Muy bien Iberdrola por su apoyo, que suma a la recién ingente obra sobre el Protectorado de Marruecos. Impresionante una vez mas la visión de Dalmau-Ferrer plasmada en sus lienzos.
La exposición deberá exportarse a EE.UU. Propongo que pase antes por Cataluña. Como propongo que los nuevos diputados elegidos el pasado domingo la visiten mientras formalizan sus actas.
Hay toda una lección de servicio, patriotismo y sentido de Estado entre las paredes de Casa América.
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