Ciencia y Tecnología
La dictadura de los datos
La tecnología es la base del periodismo digital, pero es el profesional quien debe marcar el límite entre oferta y demanda
En un mundo cada vez más dominado por la tecnología, escuchar hablar de robots periodistas quizás nos haga imaginar a un androide sentado ante un teclado escribiendo noticias una tras otra. Sin embargo, más allá de la huella que el cine de ciencia ficción deja en nuestro subconsciente, es cierto que las máquinas son capaces de hacer cada vez más tareas que, hasta hace muy poco, eran impensables, aunque buena parte de dichas tareas eran también inexistentes hace apenas unos años.
Por tanto, ¿son las máquinas una ayuda o un peligro, amigas o enemigas? Sin duda, en líneas generales la tecnología no ha hecho sino facilitarnos el trabajo a todos los niveles, desde los ordenadores hasta Internet, pero, ¿no estaremos dejando demasiadas funciones a las máquinas?, ¿no estaremos dejando que tomen demasiadas decisiones por nosotros, guiadas únicamente por datos?
Recientemente me mostraban una aplicación capaz de indicar al periodista en qué momento compartir cada noticia en las redes sociales, en función de su temática, de lo que se está hablando en Twitter o Facebook y de lo que se prevé que será tendencia. Es más, es capaz de hacer las recomendaciones en sentido contrario, es decir, sugerirnos temas en función de qué es tendencia en ese momento en las redes sociales. Al mismo tiempo, los periodistas digitales saben en tiempo real qué noticias están funcionando, cuánta gente está viéndolas, de dónde son esas personas, cómo han llegado hasta nuestra página web e, incluso, si han accedido desde un ordenador, un teléfono móvil o una tableta. Nunca antes un periodista tenía tanta información sobre su trabajo en tan poco tiempo.
Toda esta avalancha de datos nos permite, sin lugar a dudas, ajustarnos a los gustos de los lectores y priorizar o relegar una noticia en función de su éxito en los medios on-line o en las redes sociales. Sin embargo, ¿no corremos el riesgo de ser demasiado serviles, de ofrecer únicamente aquellos temas que sabemos que van a funcionar, obviando otros quizás más útiles o necesarios? Los datos son fundamentales y no suelen equivocarse. Si una noticia recibe decenas de miles de visitas es que responde a un interés de la audiencia, de eso no hay duda, y si otra no suscita el interés más que de apenas unos cientos o unos pocos miles es señal de que o no interesa o no está bien enfocada.
Pero, con eso y con todo, hay noticias que son necesarias, que hay que ofrecer aunque no gusten, aunque sean incómodas para el lector o para el poder, aunque todas las herramientas informáticas habidas y por haber nos digan que no responden a lo que la audiencia pide o que nunca serán trending topic. Porque no debemos olvidar que la razón última de los medios de comunicación es informar, contar historias, incomodar, sacar a la luz lo que está oculto, destapar aquello que no quieren que sepamos, dar voz al que no la tiene...
Me apasiona la tecnología y creo que el análisis de los datos puede ofrecernos más información de la que somos capaces de procesar, pero no es menos cierto que la clave está en encontrar el equilibrio entre lo que «quiere» saber el lector y lo que «debe» saber, entre satisfacer su morbo y no caer en la tentación de no ofrecerle otra cosa, entre saber qué temas funcionan y ser capaces de marcar el límite para no dejarnos llevar sólo por las cifras. Y ahí es donde ningún robot, ninguna máquina, ninguna herramienta, ha llegado todavía. Ése será finalmente nuestro papel, discernir, desgranar, separar y, sobre todo, marcar límites.
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