Historia

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Susana San Juan

La Razón
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En 1953 apareció la primera obra del escritor jalisciense Juan Rulfo. Una colección de cuentos, «El llano en llamas», que produjo una enorme atención crítica en la sociedad mexicana de la época, de modo particular por el vigoroso poder evocador del lenguaje y la originalidad literaria exhibida en tan particular creación. Dos años después, en la novela «Pedro Páramo», Juan Rulfo se reveló como un formidable exponencial del nuevo realismo. El nombre de Rulfo alcanzó el máximo nivel de atención, no sólo en México y en Iberoamérica entera sino en todas las naciones europeas, como el exponente más destacado de la novela moderna.

Especialmente interesante resulta el tratamiento de la estructura del relato, reduciendo al mínimo al narrador, revitalizándolo para dejar que el lector sea activo e incluso creador en la lectura, de modo que el ámbito de la evocación desplaza la descripción, haciendo actuar en la trama realista elementos fantásticos. Ello expresado en un considerable desorden cronológico de dislocación del tiempo particular dentro del simbolismo, prefiriendo escamotear con frecuencia el tiempo y la realidad de los protagonistas entre la vida y la muerte. El personaje central es un pueblo –Comala– y el conjunto de personas que integran la narración y se agrupan todos en torno a Pedro Páramo, del cual depende el pueblo, pues de él vive. Es una especie de superhombre con una doble personalidad, entre el despotismo y su actuación brutal sobre el pueblo que sobre él gravita, así la vida como la muerte, y que en realidad esconde el alma destrozada de un niño anhelante del amor efectivo y auténtico y no del desprecio; él las toma y las abandona, pero permanece fiel a un amor nunca correspondido. Su amor profundo y verdadero es el de Susana San Juan, a la que el lector de la novela conoce por un monólogo interior: «Pienso cuando maduraban los limones. Los gorriones picoteaban las hojas que el aire hacía caer, y reían; dejaban sus plumas entre las espinas de las ramas, perseguían a las mariposas y reían». Susana, niña, piensa en feliz vivencia, mientras maduraba en su pubertad.

La novela se divide en dos sectores: el relato de Juan preciado, que sufre graves experiencias en Comala. Ese relato es interrumpido constantemente por el monólogo interior de Pedro Páramo, o por varios. El personaje central es Susana San Juan, una mujer misteriosa e inalcanzable. Juan Preciado llega a Comala «porque me dijeron que aquí vivía mi padre, un tal Pedro Páramo». A través de Juan Preciado vamos a saber de Pedro Páramo, su padre, y también de su madre, Doloritas Preciado. Pero en Comala encuentra el fantasma de una mujer que le dice que pudo haber sido su madre. Así, Preciado de «Doloritas» conoce a Pedro Páramo y de éste a la de Susana San Juan. Por ella, Pedro Páramo quiso ser el señor de Comala, pero no consiguió superar su soledad, amando a Susana desde su niñez en que reían en sus juegos como los gorriones. Toda la vida de Páramo es un intento de poder compartir la alegría del amor con Susana San Juan, sin poder compartir el mundo porque nunca fue posible «comunicarse», pues todo lo podía el cacique hacendado, pero nunca consiguió compartir su mundo con el de Susana, el único ser que Páramo no ha logrado hacer suyo. Con la muerte de Susana se acaba la voluntad de Pedro Páramo y con él muere Comala, en la que sólo quedan los murmullos, el silencio, el puro vacío que le lleva a derrumbarse: «Pensaba en ti, Susana. Miraba caer las gotas iluminadas por los relámpagos, y cada vez que respiraba, cada vez que pensaba, pensaba en ti, Susana».

La detención del tiempo para destacar la figura de Pedro Páramo, el dominador de Comala, que nunca ha conseguido su detención en la comunicación con Susana San Juan. Páramo es el símbolo entre la violencia externa y la lenta parsimonia de la vida mexicana, hasta que un día el cacique violento, imperioso y capaz de conseguir todo, se demuestra menor porque no ha conseguido la comunicación de amor con Susana San Juan... «Se apoyó en los brazos de Damiana Cisneros, hizo intento de caminar. Después de unos cuantos pasos cayó, suplicando por dentro; pero sin decir una sola palabra. Dio un golpe seco contra la tierra y se fue desmoronando como si fuera un montón de piedras».