V de Viernes

¿Vuelta al motor de combustión?

Los retrasos en la implantación del coche eléctrico obligan a la Unión Europea a postergar la jubilación de los gasoil y gasolina

El informe Draghi recomienda un giro radical en el proyecto comunitario de poner fin a la fabricación de vehículos de combustión interna en 2035. Eso ya es irrealizable, ante la evidencia del fracaso de la estrategia cien-por-cien eléctricos, dado el mal funcionamiento de las ventas y el empuje de China. Draghi reprocha que se planteen objetivos sin planificación industrial. La UE no va a tener más remedio que dar un giro en su política, de modo que en 2045 casi el 50 por ciento de la flota de vehículos seguirá siendo de combustión interna. Algo evidente tras renunciar las principales marcas europeas a la electrificación total. Mercedes va a continuar con el motor de combustión hasta bien entrada la próxima década, dado que el cambio del modelo de negocio hacia la electrificación no despega. La Benz había anunciado su transformación en marca 100 por 100 eléctrica, pero ante la cruda realidad del comportamiento decepcionante de sus modelos no-combustión, no ha tenido más remedio que dar un brusco viraje. Algo que también han hecho, en diferente medida, Ford, Dodge, General Motors, Cadillac y Audi, siempre por razones similares. No renuncian al eléctrico, pero frenan sus planes cien por cien, al constatarse que la clientela sigue mostrando más interés por los gasoil y gasolina.

Bruselas había resuelto que en 2034 no se podrían vender ya coches de combustión. La realidad, y el informe Draghi es reflejo de ello, está haciendo capitular a las autoridades comunitarias. Hay espacio para tecnologías climáticamente neutras, además de las eléctricas. La irrupción de los carburantes sintéticos es una de las razones que ponen sobre la mesa tanto las compañías energéticas como las productoras de automóviles, en el caso de Europa y América punteras en combustión, y no tanto en eléctricos, con la excepción de Tesla.

De ahí que Draghi haya introducido realismo en la alocada carrera climática de la UE, que al carecer de planificación industrial, está siendo batida claramente por China en materia de carros no-combustión, lo que va a obligar a la revisión de la denominada estrategia Fit-for-55 sobre combustibles alternativos.

La realidad se impone ante el hecho constatado de que comprar un eléctrico en España y Europa es aún demasiado caro, y el proteccionismo de la UE no bajará los precios. Los aranceles europeos no hacen más que encubrir una incapacidad y una realidad: China produce más y más barato que nosotros, igual porque trabajan más y tienen un mercado laboral y salarial más competitivo. Tapar la incapacidad con impuestos es reconocer un fracaso. Los aranceles son subidas de la presión fiscal que benefician al Gobierno, pero perjudican al comprador, que tiene que pagar mucho más por ese producto. Son, además, ineficaces, regresivos y provocarán represalias.

En el ámbito de los motores de combustión, Europa sigue siendo hoy por hoy imbatible. Renunciar a esa preciada posición parece suicida, sobre todo teniendo en cuenta que los combustibles sintéticos reducen drásticamente las emisiones y son competitivos.