«Otel.lo»: El cineasta villano

Hay algo en «Otelo», la obra, que induce a la confusión entre realidad y ficción. En «Doble vida», Ronald Coldman acababa preso de los celos representando al moro de Venecia en los escenarios mientras George Cukor dominaba los hilos de la función. Quizá Shakespeare pensó, mientras la escribía, que Yago, el gran manipulador, el responsable de la puesta en escena de las fantasías de traición y adulterio de Otelo, era el trasunto de todo creador. No por azar el debutante y ex alumno de la Escac Hammudi Al-Rahmoun Font se adjudica el papel de villano cuando, en un montaje austero del texto, prepara el terreno para que sus dos actores principiantes se contagien de la esencia pasional de la obra para que emerja más verdad de sus interpretaciones. Actores se diluyen en sus personajes, la vida en la imaginación y el documental en la ficción. Y de esa estimulante confusión, modulada con nervio, surge «Otel·lo», un experimento «low cost» que, entre Cassavetes y los Taviani de «César debe morir», demuestra que todo arte creador necesita de un poco de sangre ajena para ser auténtico.