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Doloroso empate (2-2)

El Barça logra un buen resultado, pero jugará la vuelta con una defensa improvisada y seguramente sin Messi

Los jugadores del Barcelona celebran el gol de su jugador Messi, a la izquierda, el jugador del PSG, Zlatan Ibrahimovic
Los jugadores del Barcelona celebran el gol de su jugador Messi, a la izquierda, el jugador del PSG, Zlatan Ibrahimoviclarazon

Despojado el Barcelona de sus armas durante la primera parte, tuvo que recurrir a la eficacia de Messi para marcar. Leo anotó el 0-1 y poco después, tras otro remate que rozó la escuadra, se llevó la mano al muslo derecho. ¡Alarma! El argentino parecía Superman, de acero, desde que llegó Guardiola al banquillo. Sólo tuvo una lesión en el tobillo por una entrada de Ujfalusi. Musculares, ninguna. Desde el verano de 2008, músculos de hierro los que años atrás eran frágiles. Messi miró al banquillo y se quedó en la banda lamentándose, con Ancelotti mirándole de reojo. No pudo seguir y dejó a su equipo huérfano de su estrella en una segunda parte en la que el Barça funcionó mejor como colectivo, aunque, curiosamente, recibió los goles. Ibrahimovic se empeñó en amargar al equipo en el que no triunfó. Palabras dulces salieron de su boca hacia su ex el día anterior, convertidas en puro veneno con sus piernas y su enorme cuerpo, con su genialidad. El tanto de Matuidi en el último instante tras una dejada de cabeza de «Ibra» devolvió la emoción a la eliminatoria, porque el 1-2 que reflejaba el marcador gracias al tanto de penalti de Xavi sonaba a sentencia. El 2-2 suena a preocupación.

Se preveía un día complicado y lo fue. No se ha gastado más de 200 millones el jeque qatarí Al-Thani para nada. Con tantos billetes juntos se pueden comprar un buen puñado de estrellas, aunque después hay que manejarlas y juntarlas. Puede que al PSG le falte cuajo, pero sus figuras tienen compromiso. No le importó a Beckham, titular a sus 37 años, perseguir a los jugadores ayer de naranja, o a Pastore mirar más las subidas de Alves que preocuparse de las suyas. Tocaba el Barcelona la pelota. Como siempre, porque es su apuesta, pero no encontraba nada. Xavi se desesperaba mirando a un lado y a otro, dando la vuelta para seguir chocando con la misma pared. Era disciplinado el PSG y valiente, por ejemplo, en los saques de puerta del rival: su defensa en el centro del campo y su delantera al borde del área para que Valdés sacara en largo. No había huecos y el esperanzador comienzo azulgrana se evaporaba. Los primeros diez minutos mandó. A partir de ahí, se desesperó. Villa era el único que se movía al espacio y Alves ofrecía la banda derecha. Fue el jugador más incisivo y como el fútbol a veces es justo, el brasileño puede apuntarse más de medio tanto de Messi. Dio un pase con el exterior del pie tras un giro de tobillo inhumano para que Leo resolviera de tiro cruzado. Fue un alivio porque hasta ese momento el PSG estaba aprovechando las dudas del Barça. Contragolpeaba fácil y sufría a «Ibra», que ganaba a Busquets todos los balones por alto. ¿Pero cómo se detienen 195 centímetros tan coordinados? Valdés había parado un disparo de falta del sueco, que lanzó fuera otro tiro claro, y el palo repelió un despeje de Busquets. A los puntos estaban siendo mejor los franceses. Más peligrosos. El partido se parecía más al ideal del PSG que al del Barça. Pero Alves y Messi visten de azulgrana.

A Cesc le tocó el papel de «nueve mentiroso» tras el descanso y comenzó bien, muy móvil. El Barcelona pasó a controlar. Cambió el guión contra un rival al que ya le costaba hacer la presión. La portería de Valdés dejó de estar amenazada y el Barça estaba más cómodo, menos a balón parado. Thiago Silva remató de cabeza una falta que fue al palo e «Ibra» remachó, aunque en posición de fuera de juego que el árbitro no pitó. A partir de ahí todo enloqueció, pero en líneas generales el conjunto de Vilanova, que dirigía su primer partido desde su regreso, se repuso e incluso se adelantó con el tanto de Xavi de penalti. Alexis se adelantó a la salida del portero y fue derribado. El chileno estuvo bien, aunque falló delante del portero. Un clásico. La pena máxima que le hicieron compensaba, pero Matuidi se encargó después, en un remate que rebotó en Bartra, de devolver la emoción. El resultado no es malo, pero sí doloroso: llegó en el último suspiro, el primer tanto no debió subir al marcador y para la vuelta el Barça estará con la defensa en cuadro (Mascherano no puede jugar y Puyol también está lesionado) y ¿sin Messi?