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Economía para septiembre: Dimes y diretes

Economía para septiembre: Dimes y diretes
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Esto es como el chiste: un francés, un portugués y una española hablan de economía. Cada uno cuenta cómo le va con la crisis y muestran cierto escepticismo sobre los signos que baticinan la salida del vía crucis de la recesión. Y es que cada vez que a un sesudo organismo internacional le da por sacar datos, todos temblamos. Es como una montaña rusa: si el Fondo Monetario Internacional aconseja bajar los sueldos un 10 por ciento, los españoles hacen cupo, y si Eurostat nos cuenta que el fin de la recesión en nuestro país es ya el regalo de Reyes, cruzamos los dedos. ¿Quién entiende esos datos, a veces tan contradictorios? Y además, ¿cuándo lo notarán los ciudadanos? Se pregunta Izidoro, el comensal portugués. El francés, Pierre, le recuerda que la economía lusa ha crecido el 1,1 por ciento en el segundo trimestre del año, pero Izidoro es pesimista. Afirma que el empleo no ha crecido mucho en su país, y pone de ejemplo El Algarve. El restaurante donde nos encontramos está a rebosar y el portugués nos aconseja contar los camareros del local. La respuesta es clara: son pocos y lentos, mientras que la cola de pretendientes a entrar aumenta. En España sucede igual: apenas ha crecido el empleo pese al incremento turístico, pero sí ha aumentado la productividad según datos del sector hostelero. El francés asiste a la charla algo contrariado mientras bebe el Oporto más caro del local. Los otros dos comensales nos aviamos con un café. Pierre reconoce que, pese a ciertos apretones de cinturón, en su país la crisis no ha hecho tanta mella como en nosotros, «los sureños». La economía gala ha crecido un sorprendente 0,5 por ciento por su demanda interna, mientras que Portugal debe el incremento del 1,1 por ciento de su PIB a las exportaciones. Una servidora se siente como ante un suspenso en escolar. Nuestra tasa negativa de crecimiento ha sido del 0,1 por ciento. Lo único que parece funcionar, como en el caso de nuestros vecinos lusos, son las exportaciones. El francés intenta subir el ánimo de la sobremesa y nos augura beneficios por el tirón económico de Alemania y Francia. Sin embargo, el portugués y la española no están para fiestas y saben que aún quedan reformas estructurales y financieras. El portugués se lamenta: «¿Qué hacemos sin crédito?». Por cierto que Pierre vio a Rajoy hace dos años en el mismo restaurante en el que comíamos. Tanto el francés como el portugués concluyen que España hizo muy bien en no pedir el rescate; siempre hay tiempo para ello.