Restringido
Economía para septiembre: Salvajismo
Me encanta la libertad. Tiene sus límites, por supuesto. Si le escupo a un señor por la calle, no soy libre. Soy un impresentable. De ahí no se deduce que ir por la calle sea malo, sino que hay que ir bien. Soy muy partidario del capitalismo. Si lo hacen personas normales, harán capitalismo normal. Si lo hacen salvajes, será capitalismo salvaje.
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, ha tenido una idea brillante. Como necesita dinero –algo que pasa en las mejores familias–, ha decidido chantajear al mundo: o me dáis dinero o me cargo mi país. Con este planteamiento, habría que internarle en el hospital psiquiátrico de Sant Boi de Llobregat, donde le atenderían muy bien.
El chantaje es simple: como estáis tan preocupados por el medio ambiente, o me dáis 3.600 millones de dólares o me cargo el parque Yasuni, que es donde tengo el medio ambiente y donde está el petróleo.
(Como si Rajoy, al volver de vacaciones, dijera al mundo que o le daban dinero para las necesidades del país, incluidas las de los que no quieren ser del país, o llamaba a Sotheby's y le encargaba la subasta del contenido del Museo del Prado y del Museo Nacional de Arte de Cataluña para poder dejar libres los edificios, derribarlos y encargar a una inmobiliaria en quiebra que hiciera apartamentos de lujo).
Los chantajeados, con buen juicio, han dicho que el chantaje lo va a pagar su padre (el de Correa). Y, a duras penas, ha conseguido promesas por trece millones de dólares, una parte de los cuales –no sé si es cierto– la ha puesto España. Trece millones no son nada, pero dedicados, por ejemplo, a la fundación Rimkietá, en Burkina Faso, donde unos amigos míos se dejan la piel, estarían mucho mejor colocados.
En el parque Yasuni viven 11.000 indígenas, o sea once mil personas que no pueden soportar la idea –¡qué rara es la gente!– de que conviertan su selva en Benidorm.
Para extraer crudo se necesita una petrolera. Chevron no les gusta. Ya vendrán más. ¡Será por petroleras! Debe de haber cola para ayudar a don Rafael en su chaladura salvaje.
Chalaos como Correa, gobernando, hay miles. Habrá que avisar a nuestros gobernantes para evitar que, llenos de espíritu misericordioso y falsamente ecologista, acepten los chantajes de estos pájaros y, al definir nuestras prioridades, no la líen, que bastante jaleo tenemos como para añadir unos cuantos chantajes más.
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