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El rescate de los festivales

Apenas una semana antes de que dé comienzo, el Festival de Benicàssim asegura su celebración

Depeche Mode, durante su actuación en el BBK de Bilabo
Depeche Mode, durante su actuación en el BBK de Bilabolarazon

Como desde hace 18 años, el FIB se celebrará. A pesar de los malos augurios, de las noticias que emborronaban el futuro de uno de los festivales de música más importantes de Europa. Más de 30 camiones ya han desembarcado las estructuras de los cuatro escenarios que acogen las actuaciones del casi un centenar de bandas que durante cuatro días harán saltar a, según previsiones de la organización, 30.000 personas diarias entre el 18 y el 21 de julio. Aunque con retraso, todo estará preparado una semana antes de que suba la fiebre. Pero la temporada estival llega plagada de citas de peso, y el público, lejos de decaer por la mala situación económica, refuerza un modelo de ocio que agita masas otro verano más. Esta tesis la corroboran desde el FIB, que corrió riesgo de suspenderse. «Hay que puntualizar que los problemas que hemos tenido no han sido por la falta de venta de entradas. Estamos en unas ventas similares a las de 2010, por encima de las 25.000 personas diarias, y, con esa cifra, el festival es rentable. Es cierto que no es la situación ideal, pero el recinto estará a pleno rendimiento y no será necesario hacer ningún tipo de «versión reducida», sino que se puede llevar a cabo la celebración de esta edición sin mayor problema», asegura Ernesto González, portavoz del certamen. «No es un problema de falta de gente lo que ha ocurrido. La asistencia no ha puesto en riesgo el festival, sino dificultades financieras que lo han complicado todo», zanja.

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