Religion
Angelus
Textos de oración ofrecidos por el sacerdote – vicario parroquial de la parroquia de La Asunción de Torrelodones, Madrid
25 de marzo, Fiesta de la Anunciación del Señor
Viene el ángel hasta ti, escucha abierta y huerto sellado. Sus palabras son las primeras en atravesar tu alma como espada que no hiere, sino que te engrandece. ¡Alégrate, María! Así te revela quién eres. Quién has sido y quién serás. La llena de gracia, fecundada de tal manera por la Presencia como jamás criatura humana. Y sin embargo, toda criatura está contenida y se estremece en ti. Los que hoy somos, los que fueron y los que serán. Todos en expectación y al descubierto. Nuestras heridas y miedos, fragilidades y anhelos, nuestra súplica y nuestra gratitud. Todos en tu estupor. Por eso te pedimos que nos ayudes a descubrir ese punto inmaculado que también pervive en nosotros, el rincón inviolado de nuestro ser. Que también se nos revele allí la verdad y nos rindamos ante ella. ¡Salve, llena de gracia!
Valiente sierva, no miras a nadie más que a tu Señor. He aquí la esclava… Y repites la palabra que ha dado origen a todo lo que existe: hágase... Porque tu humillarte te ha hecho Señora, eco en el tiempo del Creador eterno. Y se hace la luz en ti, y todas las cosas son creadas de nuevo. Una a una, hasta nosotros hoy, a quienes alcanza el resonar que pide nuestra entrega. Virgen del Sí, que también venzamos la soberbia que nos ciega y el miedo que nos frena. Que descubramos que antes del hacer está el hágase del ser. El que nunca pasa, antes que nuestro breve existir. Que nuestra respuesta a Él sea también entrega. ¡Salve, llena de gracia!
El Verbo deja de estar junto al Padre para estar en su hija. La eternidad se hace carne y huésped de nuestra tienda. Peregrino que suda nuestros caminos, que se fatiga y llora, que se indigna y se conmueve. Hermano, amigo, esclavo traspasado en la cruz. Carne que se ofrece como pan. Haznos escuchar también el saludo del ángel y alegrarnos. Te invocamos y deponemos nuestros escudos. Que nos alcance la espada de la Palabra para hacernos hombres nuevos, morada abierta a Dios que colma la existencia. Atiende nuestra fragilidad y nuestro errar. ¡Salve, llena de gracia! Ruega, ruega por nosotros, ahora en esta hora en que vemos tan de cerca la muerte. Enséñanos esa confianza y entrega con la que comienza el amor.
(Imagen de la 'Bella Pastora de Iesu Communio’ cedida por el Estudio Javier Viver)
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