Videos

Dos Papas valientes a los altares: San Juan Pablo II y San Juan XXIII

El Papa besa la reliquia de Juan Pablo II
El Papa besa la reliquia de Juan Pablo IIlarazon

Los Pontífices más influyentes en el mundo durante el siglo XX fueron proclamados santos ayer por Francisco. Artículos de: Alfonso Ussía, Giovanni Vian, Fernado Rayón, Santiago Martín, Jesús de las Heras Muelas, César Izquierdo, Carmen Enríquez, Jorge Fernández Díaz, José Rodríguez Carballo, Julián Carrón, Demetrio Fernández y Lluís Martínez Sistach

Desde las 10:15 horas de ayer, Juan Pablo II y Juan XXIII son santos. Los dos Papas más influyentes en la Iglesia y en el mundo durante el siglo XX fueron canonizados por Francisco en una ceremonia multitudinaria en la que participaron alrededor de 800.000 personas, según los datos del Vaticano. Fue un momento nunca visto en los dos milenios de historia eclesiástica: jamás dos Pontífices habían subido a los altares a la vez y tampoco habían coincidido nunca al mismo tiempo dos obispos de Roma en la plaza de San Pedro, pues Benedicto XVI, el Papa emérito, quiso también concelebrar.

Joseph Ratzinger llegó media hora antes de que comenzara la ceremonia. Dando pequeños pasos y ayudándose por un bastón y por el brazo de su secretario personal, el arzobispo Georg Gänswein, prefecto de la Casa Pontificia, se colocó al lado de los 150 cardenales que participaron en la canonización. El aplauso cerrado que le dedicaron los fieles en San Pedro y los saludos afectuosos de los purpurados le arrancaron una sonrisa. Fue el emotivo preámbulo de una Eucaristía destinada a ser recordada por todo el orbe católico y que inició Francisco con su llegada al atrio de la plaza a las 10 de la mañana una vez concluida la procesión de ingreso. Mientras resonaba en todo el Vaticano la oración de la letanía de los santos, que rezaban los purpurados, los 1.000 obispos, 6.000 sacerdotes y cientos de miles de fieles pidiendo su intercesión se produjo en un momento de tanta importancia para la vida de la Iglesia católica.

En un rito abreviado que no contempló la lectura de las biografías de Juan Pablo II y de Juan XXIII, Jorge Mario Bergoglio escuchó cómo el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, pidió su inclusión en el libro de los santos. Amato lo hizo con una fórmula de intensidad creciente: primero lo pidió con «gran fuerza», luego con «mayor fuerza» y, finalmente, con «grandísima fuerza». A continuación el Papa leyó la fórmula en latín con la que proclamaba oficialmente la santidad de Karol Wojtyla y de Angelo Giuseppe Roncalli.

En ella se explica que esta decisión se tomaba para «exaltar la fe católica» y hacer crecer «la vida cristiana». Se llegaba además a ella tras «reflexionar largamente», invocar «muchas veces la ayuda divina y oído el parecer de numerosos hermanos en el episcopado». Sólo así se «declaraba» y «definía» santos al Papa Wojtyla y al Papa Roncalli, se inscribía sus nombres en el libro de los santos y se establecía su devoción en toda la Iglesia. El momento en que Francisco acabó de leer la fórmula fue el de mayor carga emotiva para los fieles, quienes aplaudieron y siguieron con atención cómo se colocaban luego en el altar las reliquias de los dos nuevos santos. Las de Juan Pablo II las llevaba Floribeth Mora, la señora de Costa Rica curada de forma milagrosa gracias a su intercesión. Las de Juan XXIII, en cambio, fueron portadas por varios miembros de la familia Roncalli.

En su homilía Francisco profundizó en los motivos que han llevado a la Iglesia a canonizar a estos dos de sus antecesores en el solio pontificio. Dijo de ellos que habían sido unos grandes renovadores de la fe. «Colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisionomía originaria, la fisionomia que le dieron los santos a lo largo de los siglos», explicó. Como santos que fueron, «llevaron adelante» e «hicieron crecer» a la comunidad cristiana. De Juan XXIII destacó en particular que hubiera convocado el Concilio Vaticano II, el gran evento vivido por todas las religiones, no sólo la católica, durante el siglo XX. «Demostró una delicada docilidad al Espíritu Santo, se dejó conducir y fue para la Iglesia un pastor, un guía-guiado. Éste fue su gran servicio a la Iglesia, fue el Papa de la docilidad al Espíritu».

Para rememorar a Juan Pablo II, en cambio, utilizó una expresión que le gustaba mucho al propio Wojtyla, la del «Papa de la familia». «Él mismo, una vez dijo que así le habría gustado ser recordado, como el Papa de la familia». A continuación recordó que su figura en este campo tiene un especial significado en el actual momento de la Iglesia católica, cuando está embarcada en una profunda reflexión sobre la pastoral familiar que tendrá sus grandes momentos en los dos próximos sínodos de los obispos. El Pontífice polaco, «desde el cielo, ciertamente acompaña y sostiene» a la comunidad cristiana en ese camino», aseguró Bergoglio.

En su alocución retomó el relato sobre las dudas de Santo Tomás ante las llagas de Jesús para decir que los dos nuevos santos «tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado trapasado». Fueron «dos hombres valerosos» que ofrecieron un testimonio ante la Iglesia y el mundo de «la bondad y la misericordia» de Dios. Todo ello a pesar de que «conocieron sus tragedias», lo que no hizo que se «amilanaran». «Fueron sacerdotes, obispos y Papas del siglo XX», sentenció Francisco.

En ellos se veía la «esperanza y el gozo» que habían recibido como dones de Dios y que no se quedaron para ellos, pues los dieron «de forma abundante» al Pueblo de Dios. A cambio lograron un «reconocimiento eterno», certificado con la ceremonia de ayer, en la que recibieron la mayor distinción de la Iglesia a ojos de los fieles. «Que estos dos nuevos santos intercedan por la Iglesia. Que ambos nos enseñen a no escandalizarnos de las llagas de Cristo, a adentrarnos en el misterio de la misericordia divina que siempre espera, siempre perdona, porque siempre ama», concluyó el Papa su homilía.

- Acreditados 2.259 periodistas

Ésa es la cifra de medios que se dieron cita en la canoninación, procedentes de 64 países. La Santa Sede dio permiso a 1.230 cámaras de televisión de todo el mundo y a 219 fotógrafos.

- Entrega de las reliquias

Floribeth Mora, la mujer a la que se atribuye un segundo milagro de Juan Pablo II, y cuatro sobrinos nietos de Juan XXIII entregaron las reliquias.

- 800 unidades policiales velaron por la seguridad

Un total de 10.000 agentes de las fuerzas del orden, con 800 unidades policiales, 250 unidades de bomberos y 2.600 de protección civil y 2.430 de refuerzo garantizaron la seguridad.