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El «estilo Kirchner»: pide al Papa que medie sobre las Malvinas
La presidenta argentina alabó durante su cita la «sencillez» del Pontífice, «uno de sus rasgos distintivos». Francisco viajará a Brasil con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud y no se descarta que visite Argentina y Colombia
En su primer encuentro con un jefe de Estado, Francisco recibió ayer a la presidenta de su país, Argentina, Cristina Fernández de Kirchner. La mandataria, ataviada con un sombrerito negro y zapatos de charol del mismo color, departió con el Papa durante unos veinte minutos antes de compartir el almuerzo con él en la Domus Santa Marta, la residencia del Vaticano donde el obispo de Roma está viviendo hasta que se traslade al apartamento pontificio. El encuentro, según comentó el portavoz de la Santa Sede, el jesuita Federico Lombardi, tenía un carácter informal y se desarrolló en un clima distendido.
Tras tenerlos casi tres horas esperando, Fernández de Kirchner contó a los periodistas que durante la reunión con Francisco le rogó que mediase con el Reino Unido para abrir un diálogo respecto a la cuestión de la soberanía de las islas Malvinas.
Explicó que había elevado esta petición con el recuerdo del papel que jugó Juan Pablo II durante el conflicto territorial entre Argentina y Chile por el Canal del Beagle y porque tanto en Londres como en Buenos Aires hay hoy gobiernos democráticos. «Argentina es un país más que pacífico, lo único que queremos es que se cumplan las múltiples declaraciones de la ONU; es lo único que le pedimos, la intermediación para que las dos partes hablen», dijo la mandataria. El 99% de los habitantes de las Malvinas dijeron en un reciente referéndum que querían seguir manteniéndose bajo la administración británica.
Más posibilidades de éxito que con ese tema tiene la presidenta argentina con la otra petición que le hizo al Papa: le invitó a que visitara Argentina. Francisco le contestó que tendrá que consultarlo con sus colaboradores. La posibilidad de un viaje a su país fue ya contemplada hace unos días por Lombardi. Podría encajarse en la agenda antes de la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebra este año en Río de Janeiro del 23 al 28 de julio. Es muy posible que el Pontífice aproveche que cruza el Atlántico para visitar varios países latinoamericanos: además de Brasil, cuya presencia se da por descontada, y de Argentina, también es probable que se detenga algún día en Colombia.
Durante su encuentro con el Papa Bergoglio, con quien mantuvo una relación tensa durante su etapa como arzobispo de Buenos Aires, Fernández de Kirchner mostró tanta emoción que parecía impostada. «¡Por Dios, es increíble!», fueron las primeras palabras que dijo la presidenta al estrecharle las manos a Francisco. Luego, cuando se intercambiaban los regalos, le preguntó que si le podía tocar, a lo que el obispo de Roma, con total naturalidad, respondió plantándole un beso en la mejilla. La presidenta, compungidísima, soltó entonces: «Nunca un Papa me había besado».
«Seguro y en paz»
La mandataria comentó cómo había encontrado al Pontífice: «Lo vi sereno, lo vi seguro, lo vi en paz, tranquilo y podría decir que lo vi también ocupado y preocupado por lo que va a ser la inmensa tarea de conducir el Estado Vaticano y por el compromiso por cambiar las cosas que él sabe que tiene que cambiar». Fernández de Kirchner, que encabeza la delegación más numerosa de todas las que participarán en la misa del inicio de pontificado que se celebra hoy (está compuesta por veinte personas), le regaló a su compatriota un juego de mate (el típico té argentino) y un poncho de vicuña para que, según dijo, se abrigase de los fríos de Roma y de Europa. Francisco, por su parte, le entregó, entre otros objetos, una representación de la basílica de San Pedro y una rosa blanca, lo que hizo especial ilusión a la mandataria. «Me ha dado un regalo íntimo y personal, una rosa blanca, símbolo de Santa Teresa, a la que él le reza mucho. Me la ha dado para que la guarde con mis cosas personales», contó.
La presidenta confesó la alegría que había supuesto para ella el hecho de haber comido con el Papa, un sentimiento, según dijo, compartido por Francisco. «Me agradeció el hecho de que yo viniera a almorzar con él... Me sorprendió. ¿Cómo no iba a venir yo a almorzar con el Papa?».
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