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El Papa invoca la paz ante el terrorismo que siembra la muerte y el miedo

Francisco reclamó ayer durante la bendición «Urbi et orbi» una paz «no de palabra, sino eficaz y concreta», para todos aquellos golpeados por los conflictos de Oriente Medio y Ucrania.

El Papa Francisco durante el mensaje de Navidad que pronunció en el balcón de la Logia central de la basílica de San Pedro.
El Papa Francisco durante el mensaje de Navidad que pronunció en el balcón de la Logia central de la basílica de San Pedro.larazon

Francisco reclamó ayer durante la bendición «Urbi et orbi» una paz «no de palabra, sino eficaz y concreta», para todos aquellos golpeados por los conflictos de Oriente Medio y Ucrania.

Cada 25 de diciembre, el Papa Francisco se asoma al balcón central de la basílica de san Pedro para leer el tradicional mensaje de Navidad e impartir la bendición «Urbi et orbi» (a la ciudad y al mundo). Ayer lo volvió a hacer para exigir el cese absoluto del terrorismo y realizar un breve repaso a algunos de los conflictos actuales, como los de Oriente Medio, Ucrania o la crisis en Venezuela.

A mediodía, y ante miles de personas que llenaron la plaza de San Pedro después de someterse a estrictos controles de seguridad, el Pontífice comenzó su saludo con un «Feliz Navidad». El obispo ofreció además algunos datos sobre el significado de estas fiestas en la que se pone de manifiesto que «el poder de un Niño, Hijo de Dios y de María, no es el poder de este mundo, basado en la fuerza y en la riqueza, es el poder del amor». No obstante, «este poder del amor ha llevado a Jesucristo a despojarse de su gloria y a hacerse hombre». «Es el poder del servicio, que instaura en el mundo el reino de Dios, reino de justicia y de paz», remarcó.

Y puesto que «hoy este anuncio recorre toda la Tierra y quiere llegar a todos los pueblos, especialmente los golpeados por la guerra y por conflictos violentos, y que sienten fuertemente el deseo de la paz», a continuación, Jorge Mario Bergoglio, mencionó algunos de los más destacados.

Respecto a Siria, pidió «paz a los hombres y a las mujeres» de esta tierra «martirizada» en la que «demasiada sangre ha sido derramada». «Sobre todo en la ciudad de Alepo, escenario, en las últimas semanas, de una de las batallas más atroces, es muy urgente que se garanticen asistencia y consolación a la extenuada población civil, respetando el derecho humanitario. Es hora de que las armas callen definitivamente y la comunidad internacional se comprometa activamente para que se logre una solución negociable y se restablezca la convivencia civil en el país», reclamó con rostro serio. El eterno conflicto entre Israel y Palestina también fue mencionado por el Papa, quien expresó el deseo de que ambas «tengan la valentía y la determinación de escribir una nueva página de la historia, en la que el odio y la venganza cedan el lugar a la voluntad de construir conjuntamente un futuro de recíproca comprensión y armonía».

Por otro lado, afirmó su voluntad de que Irak, Libia y Yemen «puedan recobrar unidad y concordia» porque sus «poblaciones sufren la guerra y brutales acciones terroristas».

El mensaje trató asimismo el terrorismo fundamentalista que «explota también a los niños para perpetrar el horror y la muerte», en particular en Nigeria, pero también en otros países de África. Por otro lado, sobre Ucrania, afirmó que aún son muchos los que padecen las consecuencias del conflicto y destacó la urgencia de «llevar alivio a la población y poner en práctica los compromisos asumidos».

El Papa Francisco se ha mostrado durante todo este año expectante respecto al proceso en Colombia con la firma del tratado de paz entre el gobierno y las FARC y, por ello, una vez más, mostró el deseo de que se cumpla «un nuevo y valiente camino de diálogo y de reconciliación». Que «dicha valentía anime también a la amada Venezuela para dar los pasos necesarios con vistas a poner fin a las tensiones actuales y a edificar conjuntamente un futuro de esperanza para la población entera», reclamó.

La última parte de su intervención estuvo dedicada a todos los que «han perdido a un ser querido debido a viles actos de terrorismo que han sembrado miedo y muerte en el corazón de tantos países y ciudades». Pero una paz «no de palabra, sino eficaz y concreta» también a los que están «abandonados y excluidos, a los que sufren hambre y los que son víctimas de violencia».

Francisco tuvo un recuerdo especial por los prófugos, emigrantes y refugiados, así como por los que «hoy son objeto de la trata de personas» y les deseó la paz junto a los «pueblos que sufren por las ambiciones económicas de unos pocos y la avaricia voraz del dios dinero que lleva a la esclavitud».

Por último, pidió paz para «los que están marcados por el malestar social y económico, los que sufren las consecuencias de los terremotos u otras catástrofes naturales» y «a los niños» que son «privados de la alegría» a causa «del hambre, de las guerras y del egoísmo de los adultos».