Papa Francisco

El Papa condena la «brutalidad en el ámbito doméstico»

Francisco lamentó durante la misa del Domingo de Resurrección la ciega violencia que no cesa de derramar sangre. Tras denunciar los atentados, volvió a criticar con dureza el rechazo que sufren los refugiados en Europa

El Papa durante la bendición "Urbi et Orbi"
El Papa durante la bendición "Urbi et Orbi"larazon

Francisco lamentó durante la misa del Domingo de Resurrección la ciega violencia que no cesa de derramar sangre. Tras denunciar los atentados, volvió a criticar con dureza el rechazo que sufren los refugiados en Europa

Francisco puso ayer broche final a la Semana Santa con la celebración de la misa del Domingo de Resurrección, el mensaje de Pascua y la bendición Urbi et Orbi («A la Ciudad y al mundo»). Desde el balcón central de la basílica y ante unas cien mil personas reunidas en la plaza de San Pedro repasó los principales conflictos armados que asolan el mundo, denunció la violencia doméstica, el terrorismo y el rechazo que sufren los refugiados en Europa. «El mundo está lleno de personas que sufren en el cuerpo y en el espíritu, mientras que las crónicas diarias están repletas de informes sobre delitos brutales, que a menudo se cometen en el ámbito doméstico, y de conflictos armados a gran escala que someten a poblaciones enteras a pruebas indecibles», afirmó Bergoglio sobre las víctimas del abuso y la violencia.

Una vez más, en el mensaje se refirió al terrorismo como «esa forma ciega y brutal de violencia que no cesa de derramar sangre inocente en diferentes partes del mundo» y pidió mostrar «nuestra cercanía a las víctimas». Bélgica, Turquía, Nigeria, Chad, Camerún y Costa de Marfil son algunos de los ejemplos que mencionó, con la petición, a su vez, de que en África llegue a buen fin «el fermento de esperanza y las perspectivas de paz».

Desde que hace meses estallase la crisis de los refugiados, el Papa hace continuos llamamientos a acogerlos y mostrar solidaridad hacia ellos. Incluso llegó a pedir que cada parroquia y monasterio abriese sus puertas si fuera necesario. Sin embargo, los prófugos no han encontrado este apoyo en las instituciones públicas y en los gobiernos del Viejo Continente, y así lo destacó: «El Cristo resucitado, anuncio de vida para toda la humanidad que reverbera a través de los siglos, nos invita a no olvidar a los hombres y las mujeres en camino para buscar un futuro mejor». «Son una muchedumbre cada vez más grande de emigrantes y refugiados –incluyendo muchos niños– que huyen de la guerra, el hambre, la pobreza y la injusticia social. Estos hermanos y hermanas nuestros encuentran demasiado a menudo en su recorrido la muerte o, en todo caso, el rechazo de quien podrían ofrecerlos hospitalidad y ayuda», añadió.

A este respecto, también demandó que la próxima Cumbre Mundial Humanitaria, que se celebrará los próximos 26 y 27 de mayo en Estambul, «no deje de poner en el centro a la persona humana, con su dignidad, y desarrollar políticas capaces de asistir y proteger a las víctimas de conflictos y otras situaciones de emergencia, especialmente a los más vulnerables y los que son perseguidos por motivos étnicos y religiosos».

También recordó a los cristianos perseguidos, como en el Via Crucis que presidió el Viernes Santo en el exterior del Coliseo romano. «Con nuestros hermanos y hermanas perseguidos por la fe y por su fidelidad al nombre de Cristo, y ante el mal que parece prevalecer en la vida de tantas personas, volvamos a escuchar las palabras consoladoras del Señor: No tengáis miedo. ¡Yo he vencido al mundo!».

Precisamente, sobre el proceso de paz en Siria, «un país desgarrado por un largo conflicto, con su triste rastro de destrucción, muerte, desprecio por el derecho humanitario y la desintegración de la convivencia civil», Francisco pidió orar por «las conversaciones en curso» para que, «con la buena voluntad» y «la cooperación de todos», sea posible «recoger frutos de paz y emprender la construcción una sociedad fraterna, respetuosa de la dignidad y los derechos de todos los ciudadanos».

El conflicto palestino-israelí está entre las principales preocupaciones del Papa, y así lo hizo saber al pedir que se «aleje la dureza» de los corazones y se «promueva un intercambio fecundo entre pueblos y culturas en las zonas de la cuenca del Mediterráneo y de Medio Oriente, en particular en Irak, Yemen y Libia». En concreto, se refirió a la situación en Israel con el llamamiento a que «la imagen del hombre nuevo (...) fomente la convivencia entre israelíes y palestinos en Tierra Santa, así como la disponibilidad paciente y el compromiso cotidiano de trabajar en la construcción de los cimientos de una paz justa y duradera a través de negociaciones directas y sinceras».

La última parte del mensaje la dedicó a denunciar la guerra en Ucrania, las «difíciles condiciones en la que vive» Venezuela, la falta de oportunidades de los jóvenes, el abandono de ancianos y los estragos del cambio climático.«Que el Señor de la vida acompañe los esfuerzos para alcanzar una solución definitiva de la guerra en Ucrania, inspirando y apoyando también las iniciativas de ayuda humanitaria, incluida la de liberar a las personas detenidas», dijo sobre la primera cuestión. A continuación, el Pontífice aseguró que «Dios ha vencido el egoísmo y la muerte con las armas del amor» y con la «puerta de la misericordia, abierta de par en par para todos» gracias a Jesús.

Respecto a Venezuela, pidió a sus gobernantes que se dejen alcanzar por el mensaje pascual «para que se trabaje en pos del bien común, buscando formas de diálogo y colaboración entre todos». «Que se promueva en todo lugar la cultura del encuentro, la justicia y el respeto recíproco, lo único que puede asegurar el bienestar espiritual y material de los ciudadanos».

El Papa tuvo palabras de aliento hacia los ancianos «abrumados que en la soledad sienten perder vigor» y hacia aquellos que «en nuestras sociedades han perdido toda esperanza y el gusto de vivir». Pero también hacia los jóvenes, «a quienes parece faltarles el futuro». «A todos dirijo una vez más las palabras del Señor resucitado: ‘‘Mira, hago nuevas todas las cosas... al que tenga sed yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente’’», manifestó para animarlos. «Que este mensaje consolador de Jesús nos ayude a todos nosotros a reanudar con mayor vigor la construcción de caminos de reconciliación con Dios y con los hermanos», pidió.

Que el cuidado del planeta está entre sus principales preocupaciones quedó demostrado con su encíclica «Laudato Si’», pero también cada vez que tiene ocasión para denunciar las consecuencias de su degradación, como en este mensaje de Pascua. Ayer denunció que la tierra esté «tan maltratada y vilipendiada por una explotación ávida de ganancias, que altera el equilibrio de la naturaleza». Su pensamiento estuvo dirigido en particular «a las zonas afectadas por los efectos del cambio climático, que en ocasiones provoca sequía o inundaciones, con las consiguientes crisis alimentarias en diferentes partes del planeta».