Buenos Aires
El Papa telefonea a una jubilada argentina que sufrió un secuestro «virtual»
El Papa telefoneó a una jubilada argentina que, víctima de un secuestro "virtual", entregó el dinero que ahorraba para viajar a Roma a ver al sumo pontífice.
El Papa Francisco llamó por teléfono a una jubilada argentina que, víctima de un secuestro "virtual", entregó a los delincuentes el dinero que ahorraba para viajar a Roma a ver al sumo pontífice, informó hoy la prensa local.
María Teresa Celina Fernández, de 80 años, recibió este jueves la llamada del Papa, a quien la hija de la anciana había escrito para pedirle el favor de que telefoneara a su madre.
En agosto pasado, la jubilada había sido víctima de un secuestro "virtual", cuando delincuentes le llamaron por teléfono y le hicieron creer que tenían cautiva a su hija.
Como rescate por el falso secuestro, la mujer entregó todo lo que había logrado ahorrar para cumplir su sueño de viajar a Roma y Vaticano para ver al Papa.
"El Papa llamó dos veces. Primero el miércoles 19, pero mi madre estaba dando clases", dijo Gabriela Pousa, hija de María Teresa, en declaraciones publicadas hoy por el diario "Clarín"de Buenos Aires.
Pousa le había enviado dos cartas a Francisco para contarle lo sucedido con su madre y pedirle la llamada: "Una palabra suya sería sanadora", escribió.
Cuando el Papa llamó el pasado miércoles, la anciana no estaba, pero atendió su hija.
"La voz de él es imposible no conocérsela. Y ahí le pregunté: ¿Habla el Papa Francisco? Sí, me dijo; pero una cosa es contarlo y otra cosa es cuando te llama", contó Gabriela.
"Vos no te preocupes, mañana la encuentro", le dijo el Papa.
El jueves finalmente se logró el contacto.
"Mi madre se puso a llorar. El Papa la tranquilizaba. Entonces ella le pidió que rece por Argentina porque no estamos en un buen momento. A lo que Francisco respondió: 'No, si en eso de estar mal somos campeones, salimos de una y caemos en otra'", relató Gabriela.
María Teresa le habló al sumo pontífice sobre la inseguridad. "Sé bien lo que pasa", le contestó Francisco, según la hija de la jubilada, que vive en el barrio porteño de Palermo.
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