El sucesor de Benedicto XVI
El retraso de algunos cardenales pospone el inicio del cónclave
Sólo faltan dos cardenales electores por llegar a Roma para el cónclave que elegirá al sucesor de Benedicto XVI, informó hoy el portavoz vaticano, Federico Lombardi.
Habrá que seguir esperando para saber cuándo comenzará el cónclave. En el segundo día de congregraciones generales, las reuniones previas a las votaciones en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo Papa, se presentaron en la Sala del Sínodo, el auditorio dentro del Aula Pablo VI del Vaticano donde se mantienen estos encuentros, 148 cardenales, de los que 110 eran electores. Faltan aún por llegar a Roma cinco purpurados con derecho a voto y que hayan confirmado sus asistencia. Se trata del vietnamita Jean Baptiste Pham Minh Man, arzobispo de Ho Chi Minh, el alemán Karl Lehmann, obispo de Magonza, del egipcio Antonius Naguib, patriarca de la Iglesia copto católica, el keniata John Njue, arzobispo de Nairobi, y del chino John Tong Hon, arzobispo de Hong Kong.
Se espera que los cinco purpurados retrasados lleguen pronto a Roma. Aunque no está claro cuándo lo hará cada uno de ellos, el Vaticano confirmó que el vietnamita Pham Minh Man aterrizará en la Ciudad Eterna mañana. Quien sí está ya participando en las congregaciones generales es Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal española, que no acudió a las reuniones del pasado lunes. Rouco Varela prestó su juramento en el encuentro de ayer, que duró desde las 9:30 hasta las 12:40 horas, junto a los otros seis purpurados que, por distintos motivos, no habían podido presentarse en la primera jornada de estos debates previos al cónclave.
El portavoz vaticano, el jesuita Federico Lombardi, quien participa en las congregaciones generales como oyente y sólo puede informar de las líneas generales de los temas tratados en las mismas, pues él también ha jurado mantener el secreto, justificó ante la Prensa la falta de los cinco cardenales electores debido a «motivos personales» y aseguró que llegarán pronto a Roma. Lombardi puso freno a la inquietud de los periodistas por saber cuándo comenzará el cónclave diciendo que todavía no se ha tomado ninguna decisión al respecto. «Yo no he oído que se haya propuesto ninguna fecha específica para empezar las votaciones. Creo que es prematuro empezar a ver si se adivina qué día será», comentó el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede.
Durante estos primeros días de congregaciones generales, los miembros del Colegio Cardenalicio están aún «determinando cuánto tiempo necesitarán para hacer las preparaciones adecuadas para tomar una decisión tan importante como es iniciar un cónclave». Este tema, explicó Lombardi, está «abierto», y frente a él los purpurados «no quieren acelerar los tiempos». Ayer, de hecho, los participantes en la tercera de las congregaciones generales estuvieron examinando el motu proprio «Normal nonnullas», firmado por Benedicto XVI el pasado 22 de febrero. Este documento magisterial actualiza la constitución apostólica «Universi Dominici Gregis», aprobada por Juan Pablo II en 1996, la que se dice cómo actuar durante la sede vacante y en la votación del nuevo Papa. Benedicto XVI, con su motu proprio, permitió que el cónclave comenzase antes de los 15 días mínimos de período de interregno que contempla la «Universi Dominici Gregis». El cardenal Sean Patrick O'Malley, arzobispo de Boston, respaldó las palabras de Lombardi al asegurar que elegir a un nuevo Pontífice es «una decisión importante» ante la que «hace falta tiempo». En lugar de decidir de inmediato la fecha del cónclave, los purpurados prefieren utilizar estas primeras reuniones «para reflexionar», apuntó. «Durante las congregaciones generales estamos intentando entender las necesidades de la Iglesia y conocer más de cerca a los representantes de varios países. De este proceso, hecho de oración, recogimiento espiritual e iluminación del Espíritu Santo, saldrá el nombre del nuevo Papa», aseguró el cardenal O'Malley.
Por otro lado, el también estadounidense Daniel DiNardo se muestra interesado por abordar a fondo el asunto de la gobernabilidad de la Santa Sede: «Creo que tenemos que prestar atención a la misma. La casa de la iglesia tiene que estar en orden para asegurarse de que su mensaje ese escucha», defiende, para a renglón seguido reconocer que «está claro que hay algunos problemas, aunque no he sido capaz de llegar al fondo de lo que es exactamente. Simplemente hay algo que no ha funcionado».
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