Río de Janeiro
JMJ2013: Jóvenes y futuro de la Iglesia
Al Papa Francisco no le costará ningún trabajo sintonizar con los jóvenes en Latinoamérica, porque él es latinoamericano. Vuelve a su ambiente natural. Y a los jóvenes latinoamericanos, y del mundo entero, no les costará en absoluto conectar con el Papa Francisco, venido del último rincón del mundo a Roma para ser sucesor de Pedro. Gozarán él y ellos en este encuentro mundial, en el que todos quieren ser mejores discípulos de Jesucristo. La Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro 2013 está siendo ya una fiesta juvenil mundial de la fe. Han acudido jóvenes del mundo entero, sobre todo de los países latinoamericanos, en número mayor todavía que los que vinieron a Madrid para la JMJ2011. Nadie tiene hoy un poder de convocatoria tan grande como lo tiene Jesucristo y su Vicario en la tierra, sea quien sea. Los jóvenes demuestran de esta manera que no siguen a un líder humano, ni menos aún a una ideología de tantas como hay al uso, y que producen cansancio. A los jóvenes les entusiasma Jesucristo, que tiene palabras de vida eterna, que no engaña con utopías y señuelos falsos, sino que cumple siempre sus promesas y que nos enseña a dar y gastar la vida por los demás. Los jóvenes, como cualquier ser humano, son débiles, pero no son tontos. Y saben distinguir donde hay autenticidad y con quién jugarse la vida. La Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro es una ocasión para constatar, una vez más, que la Iglesia está viva, la Iglesia es joven y la Iglesia tiene futuro. Paralelamente, en El Rocío, nos reunimos los obispos de Andalucía con unos 4.000 jóvenes de esta región del sur de España. No caben más. Hemos convocado a aquellos que no pueden ir a Río (a donde han ido también varios miles de jóvenes andaluces), porque no queremos perdernos el vivir juntos este acontecimiento juvenil, que marca tan fuertemente la vida de los jóvenes. Junto a la Madre, junto a María Santísima en El Rocío, queremos expresar juntos nuestra fe y seguir en directo las enseñanzas del Papa Francisco en Río de Janeiro. Experiencias como ésta se repiten en muchos lugares del mundo. La religión no es un estorbo, como puede verse, sino un ingrediente esencial para construir un mundo nuevo, y los jóvenes saben de quién se fían cuando siguen a Jesucristo.
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