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La comunión de los divorciados, en la mesa del Sínodo

Benedicto XVI, en la basílica de San Pedro, acompañado de los prelados en el Sínodo sobre Nueva Evangelización celebrado en octubre de 2012
Benedicto XVI, en la basílica de San Pedro, acompañado de los prelados en el Sínodo sobre Nueva Evangelización celebrado en octubre de 2012larazon

La primera institución de la Santa Sede que va a ser reformada en profundidad por el Papa Francisco es el sínodo de los obispos, la asamblea de prelados provenientes de todo el orbe católico que, hasta ahora, servía para encontrarse, reflexionar sobre algún tema en particular y para publicar luego un compendio con las conclusiones, cuyas repercusiones eran habitualmente limitadas. Francisco trató su reforma la semana pasada con los ocho miembros del «consejo de cardenales», pues quería convocar cuanto antes un nuevo sínodo extraordinario. Ayer lo confirmó al anunciar que éste se celebrará del 5 al 19 de octubre de 2014 y al acudir personalmente a la reunión que tenía convocada la secretaría de este organismo para definir cómo será su funcionamiento a partir de ahora.

El año que todavía falta para la asamblea será aprovechado para reorganizar su estructura y convertirlo así en una suerte de «parlamento» de la Iglesia católica. El tema del sínodo también promete cambios. El título oficial es: «Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización». Bajo este lema, uno de los asuntos a tratar será la cuestión de los divorciados vuelto a casar, así como las nulidades matrimoniales. Sobre este tema hay puestas unas grandes expectativas en Francisco, particularmente por parte de los católicos alemanes y de otros países del centro de Europa, quienes se han expresado en numerosas ocasiones a favor de una mayor apertura.

Benedicto XVI ya se manifestó sobre la situación problemática que viven estas personas, diciendo que la Iglesia no les daba la espalda y proponiéndoles además la «comunión espiritual» para que siguieran sintiéndose parte activa de la comunidad cristiana.

También lo hizo Francisco en el viaje de vuelta desde Río de Janeiro, cuando abogó por tratar «el problema de la comunión a las personas en segunda unión» dentro de una reflexión profunda sobre la «pastoral matrimonial». Recordó además entonces que los divorciados sí que pueden comulgar y optó por profundizar sobre esta cuestión en las reuniones con el «consejo de cardenales» celebradas la semana pasada.

La mejor prueba de las esperanzas que hay puestas en Francisco respecto a los católicos casados en segundas nupcias la dio ayer la archidiócesis de Friburgo, una de las más importantes de Alemania y que está guiada por el arzobispo Robert Zollitsch, quien es además presidente de la Conferencia Episcopal Alemana. A Zollitsch el mes pasado le aceptó el Papa su renuncia por motivos de edad, pero seguirá al frente del episcopado de su país hasta marzo del año que viene. Un documento de esta archidiócesis invita a sus sacerdotes a que den la comunión y permitan que formen parte de los consejos pastorales a los católicos vueltos a casar, siempre que cumplan algunas condiciones.

El portavoz vaticano, el jesuita Federico Lombardi, dijo que el anuncio de Frigurgo «no cambiaba nada» y descartó que se tratara de un movimiento impulsado por el propio Zollitsch, pues «proviene de una oficina pastoral local».