El sucesor de Benedicto XVI

La fuerza del espíritu

Los cardenales, con una media de edad de 72 años, afrontan un cónclave en el que soportarán la presión y el desgaste de largas y decisivas reuniones

La Razón
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Los cardenales que van a elegir al próximo Papa de la Iglesia no son, ni mucho menos, unos «jovencitos». La mayoría de ellos podría optar a una hipotética jubilación, pues la media de edad de los 115 electores –los únicos que pueden votar– se sitúa en los 72 años. Además, otros 90 cardenales han pasado ya la barrera de los 80, lo que los imposibilita para poder votar al sucesor de Benedicto XVI, si bien sí pueden ser elegidos. Pero, ¿de qué forma responderán los cardenales a la exigencia física y mental que supone un cónclave? ¿Cómo lograr que más de un centenar de septuagenarios aguante la presión y el cansancio que conlleva elegir al nuevo Pontífice? Y, de resultar elegidos, ¿soportarán la enorme responsabilidad de guiar a los católicos de todo el mundo?

A las congregaciones –reuniones– previas que se celebran estos días habrá que sumar el cónclave en sí mismo, un evento que nadie sabe a ciencia cierta cuánto durará. Pueden ser días o semanas o incluso años. El más corto, en 1503, se resolvió en apenas diez horas. El más largo, en 1268, duró tres años. No obstante, ningún cónclave en los últimos cien años se prolongó más allá de cuatro días, tiempo de sobra para que el cansancio empiece a hacer mella en los cardenales, teniendo en cuenta que pueden llegar a producirse cuatro votaciones diarias, con sus respectivas deliberaciones. Con todo, la edad no debería ser un obstáculo a la hora de que los cardenales tomen la decisión correcta, según explica María Dolores Ortiz, psicóloga especialista en gerontología. «Con el envejecimiento, casi todas las facultades mentales declinan, exceptuando algunos aspectos psicológicos como la capacidad de juicio o el pensamiento reflexivo, que mejoran con los años», asegura. Esta particularidad se debe a la experiencia acumulada, especialmente si las personas están estimuladas intelectualmente. El problema de la edad es otro: la necesidad de respuestas rápidas e inmediatas, bajo presión, puede verse mermada. «Está demostrado que las personas de mayor edad tienen mejor juicio, si bien los jóvenes juzgan con mayor celeridad». Si esto se produce en un contexto de presión, una cosa compensa la otra.

Además, con la edad también mejoran las habilidades de negociación y se es menos impulsivo. «Hay una mejor y más eficaz toma de decisiones», dice la psicóloga. De hecho, un estudio de Naciones Unidas destaca la labor de mediación de los mayores en conflictos y guerras. «El caso de los cardenales podría compararse con el de los jueces o los catedráticos, que mejoran sus capacidad para juzgar y reflexionar con los años, gracias a sus conocimientos y su experiencia. No hay que olvidar que algunos de los grandes literatos o compositores crearon algunas de sus obras maestras en edades avanzadas», afirma. No obstante, un posible problema del cónclave es que disminuya la capacidad de atención y concentración de los cardenales si las reuniones son largas e intensas. Por eso es importante que «mantengan una rutina de descansos, cuiden su salud, las horas de sueño y la dieta», afirma Ortiz.

En el apartado físico, la elevada media de edad de los cardenales electores puede significar una mayor prevalencia de enfermedades crónicas, que pueden afectar al 90 por ciento de ellos de alguna manera. «Puede ser que muchos tengan artrosis, dislipemia –altos niveles de colesterol y triglicéridos–, problemas cardiovasculares, diabetes u obesidad», explica Julio Zarco, médico de Atención Primaria. Por extensión, la mayoría estarán polimedicados. «Tendrán que tomar sus medicinas y llevar un cuidado sobre su salud, sobre todo si están un lago tiempo deliberando en un espacio cerrado». El principal riesgo son los largos periodos sentados. «Hay una alta probabilidad de que se produzcan trombosis venosas profundas. Coágulos en las arterias periféricas de las piernas que podrían migrar a otras partes del cuerpo, pudiendo provocar incluso un ictus. Es como cuando viajas 15 horas sentado en un avión», dice Zarco.

Por este motivo, el doctor apuesta porque un dispositivo de salud básico controle el estado de los cardenales. «Tomarles la tensión, que se levanten de la silla cada 30 o 45 minutos, que caminen y que hagan algo de ejercicio, sobre todo en las piernas», recomienda. A esto se suma el problema de la adherencia terapéutica. Une vez dentro del cónclave, no pueden estar acompañados por sus secretarios. ¿Quién controla entonces que los cardenales tomen sus medicinas en tiempo y forma? Por si esto fuera poco, aparece el síndrome de fatiga crónica. «Cuando una persona mayor es expuesta a un estímulo continuo durante más de una hora, esto puede ocasionarle ansiedad, falta de concentración o problemas de sueño», asegura el doctor.

Para Zarco, «aunque los cardenales suelen ser personas intelectualmente muy activas, tienen que cuidar unos requerimientos básicos. Hablar con otras personas, descansar o cambiar de escenario suele ser beneficioso para que no se aturdan y se mantengan concentrados».