Francisco, nuevo Papa

La hora de los gentilhombres

Pío VI dio a la corte pontificia gran magnificencia, Benedicto XVI recuperó el uso de zapatos rojos y la esclavina de terciopelo. Francisco seguirá otro camino

El Papa Pío XII, en su pomposa ceremonia inaugural de pontificado
El Papa Pío XII, en su pomposa ceremonia inaugural de pontificadolarazon

Pío VI dio a la corte pontificia gran magnificencia, Benedicto XVI recuperó el uso de zapatos rojos y la esclavina de terciopelo. Francisco seguirá otro camino

La corte pontificia, que se componía de la capilla pontificia, para los asuntos espirituales, y de la familia pontificia que tenía encomendados los temporales, fue reducida a su mínima expresión en tiempos de Pablo VI que pasó a denominarla casa pontificia, reglamentando su funcionamiento en 1968 mediante el motu proprio Pontificalis Domus. Desde entonces, la Prefectura de la Casa Pontificia ha aglutinado muchas funciones que antes realizaban otras instituciones y personas como la Congregación del Ceremonial, el Mayordomo de Su Santidad, el Maestre de Cámara, la Comisión Heráldica para la Corte Pontificia y el Maestre de la Casa de los Sacros Palacios. El Prefecto, ayudado por un Prefecto Adjunto y un Regente, se encarga ahora de la organización de la antecámara pontificia, del ceremonial en las visitas de Estado y demás ocasiones solemnes en las que participan personalidades civiles, como las audiencias, la presentación de cartas credenciales del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, teniendo un papel fundamental en la entronización del Papa, de consuno con la Oficina de Protocolo de la Secretaría de Estado.

Además del Prefecto de dicha casa, del Delegado de la Comisión Pontificia para el Vaticano y del Comandante de la Guardia Suiza, de gala, única fuerza armada restante tras la abolición de los demás cuerpos armados pontificios, los gentilhombres de Su Santidad, dignatarios laicos de la familia pontificia, acompañan a los visitantes ilustres, jefes de Estado y autoridades extranjeras o diplomáticos acreditados ante la Santa Sede, acompañándoles a San Pedro del Vaticano desde su residencia en Roma, vestidos de frac, con chaleco negro y corbata blanca, condecoraciones, y con el dorado collar con las llaves de San Pedro que les distingue. Los veremos durante las ceremonias de entronización. En España existen varios gentilhombres de Su Santidad: el que fuera Embajador de España ante la Santa Sede Carlos Abella y Ramallo, Gran Canciller de la Sagrada y Militar Orden Constantiniana de San Jorge, que fue agraciado con esa dignidad por Juan Pablo II en 2004 y que estará presente en la entronización del Papa Francisco, Manuel Gullón y de Oñate, Conde de Tepa, o el Doctor en Filosofía Enrique Ruspoli y Morenés, Conde de Bañares. La dignidad de gentilhombre, que es vitalicia, sustituyó a la de camarero secreto de capa y espada, siempre nobles, y a la de camareros de honor de capa y espada. Los más altos cargos eran ostentados antiguamente por miembros de grandes familias romanas, como los Orsini o los Colonna, que se turnaban como Príncipes Asistentes al Solio Pontificio, los Ruspoli, los Chigi, los Massimo, los Sacchetti, los Serlupi Crescenzi, los Torlonia... En tiempos de Pío XII, papa aristócrata donde los haya, vestían con antiguos ropajes y daban a la corte pontificia gran magnificencia. Desde que el Papa ya no concede títulos nobiliarios, recibir el nombramiento de Gentilhombre de Su Santidad es uno de los más altos honores que la Santa Sede puede otorgar a un laico junto con la Suprema Orden de Cristo que, aunque no abolida, ya no se concede, algo parecido a lo que sucede en España con la Orden de María Luisa.

En las próximas ceremonias de entronización del Papa Francisco, a las que no acudirá el Papa Emérito, veremos ritos muy solemnes que se remontan a tiempos muy antiguos: la recepción del nuevo Papa a quien se impondrá el palio petrino y el anillo del Pescador, la Santa Misa concelebrada y el besamanos. Aunque ya no se usen silla gestatoria, fimbria, palio o flabelos, Benedicto XVI recuperó algunos usos como los zapatos rojos o la esclavina de terciopelo del mismo color. No sabemos qué hará el Papa Francisco, aunque creemos que seguirá otro camino. Sin embargo no debemos olvidar que el Papa es no sólo el Obispo de Roma y cabeza visible de la Iglesia Católica, vicario de Cristo, Sumo Pontífice, Sucesor de Pedro y siervo de los siervos de Dios, sino el Jefe de Estado y Soberano de la Ciudad del Vaticano, reconocido como tal por más de 170 países. Es pues lógico que ante él se presenten todos del modo más digno posible. Los caballeros de frac, con chaleco negro en vez de blanco, con las condecoraciones adecuadas al caso, pontificias si se poseen o las que cada uno tenga otorgadas, en su grado más alto. Es de suponer que el Príncipe de Asturias, que no posee ninguna condecoración vaticana, ostentará al cuello la Orden del Toisón de Oro y la banda del collar de la Orden de Carlos III, con su correspondiente placa, pudiendo llevar otras condecoraciones españolas, ya sea sobre el frac o el uniforme de gala. Si es fiel al protocolo, la Princesa de Asturias acudirá de negro con mantilla del mismo color y con la gran cruz de la citada Orden de Carlos III ya que tampoco posee condecoración vaticana alguna. El embajador de España ante la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga, podrá utilizar el uniforme diplomático con condecoraciones, que es mantenido por algunos países como Bélgica, Francia, Gran Bretaña, Mónaco, Países Bajos, Portugal, Perú, San Marino, Suecia o Tailandia, entre otros. Los embajadores de Italia ante la Santa Sede, aunque recuperaron el uniforme diplomático (DPR 21/6/1948 n. 1125), lo cierto es que no lo han usado en las últimas ceremonias vaticanas.

*Doctor en Historia y profesor de Dinastías Reales del Máster de Protocolo de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid