Francisco, nuevo Papa
La naturalidad del Papa dificulta su protección
El Papa Francisco vislumbra un rostro conocido. Pide a los escoltas que se lo acerquen de entre la multitud. El Santo Padre decide ponerse a la salida de la parroquia de Santa Ana para saludar uno por uno a los feligreses. El personal de seguridad mira con atención. Un Pontífice espontáneo. Un dispostivo nuevo para seguirle. La Guardia Suiza afronta los primeros días del cardenal Bergoglio como Papa con expectación. Pero distinta a las del pueblo. Porque de ellos depende en última estancia que su vida no corra peligro. ¿El objetivo? Evitar, en la medida de lo posible, que se repitan episodios como el intento de asesinato de Juan Pablo II a manos de Ali Agca en la Plaza de San Pedro así como el incidente que sufrió Benedicto XVI en la procesión de entrada de la Misa del Gallo de 2009, cuando un enfermo mental saltó las vallas de protección de la Basílica e hizo caer al Santo Padre. La rapidez de Domenico Giani, máximo responsable de estos menesteres, evitó males mayores. Ahora el reto que se le presenta es aún mayor.
«Nos está resultando difícil protegerlo», aseguran los agentes de la gendarmería que le han acompañado durante sus salidas que todavía recuerda «los primeros días de Juan Pablo II. Aquello fue complicado, pero esto lo es más. Cuentan que el Papa habría sufrido una leve caída poco antes de encontrarse con los periodistas en el Aula Pablo VI a su salida de la casa de Santa Marta y apenas pasaron unos segundos cuando el dispositivo de seguridad se puso en marcha. Él se sintió seguro, y los escoltas lo vivieron como un «simulacro» al que respondieron con celeridad.
«La seguridad y el orden del Vaticano se adapta al estilo del Pontífice con una capacidad de elasticidad que se debe adecuar por un lado a los escenarios por los que se mueva, pero también a la naturalidad que está mostrando el Papa», confesaba ayer el portavoz de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi. De hecho, hoy no se descarta que una vez más se rompa el protocolo establecido, cuando, minutos antes de la eucaristía, se desplace en un «jeep» por la plaza de San Pedro para saludar a los miles de peregrinos llegados de todos los rincones del planeta. Una forma de actuar que está ligada con las primeras apariciones del Sumo Pontífice.
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