Francisco, nuevo Papa
«Las religiones pueden hacer mucho por la paz»
El Papa Francisco tendió la mano a los líderes de otras confesiones para labrar un futuro. Recordó el interés de la Iglesia por la promoción de la amistad y el respeto por otras tradiciones
Una semana después de presentarse por primera vez al mundo vestido de blanco desde el balcón central de la basílica de San Pedro, Francisco concluyó ayer la primera fase de su pontificado al reunirse en la Sala Clementina del Vaticano con los representantes de otras iglesias cristianas, del pueblo judío y musulmán, y de otras religiones.
Una semana después de presentarse por primera vez al mundo vestido de blanco desde el balcón central de la basílica de San Pedro, Francisco concluyó ayer la primera fase de su pontificado al reunirse en la Sala Clementina del Vaticano con los representantes de otras iglesias cristianas, del pueblo judío y musulmán, y de otras religiones. Todas estas personalidades habían participado en la misa del martes en la plaza de San Pedro con la que se inició de forma oficial su ministerio petrino como obispo de Roma.
En una muestra más del constante acercamiento con los ortodoxos, antes de la audiencia el Papa se entrevistó con el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, y después con el metropólita Hilarión, del patriarcado de Moscú. La cita con el primero es especialmente significativa, pues desde que se produjo el gran cisma entra las iglesias de Oriente y Occidente, en el año 1054, ningún patriarca de Constantinopla acudía a la misa de entronización de un obispo de Roma.
En el discurso que dedicó a los líderes cristianos y de otras religiones, Francisco manifestó su «firme voluntad» por seguir dando pasos en el camino del diálogo ecuménico, recordó el lazo especial que une al cristianismo con el judaísmo y subrayó la importancia de la cooperación con los fieles de otras religiones para proteger la «creación». «Nosotros podemos hacer mucho por el bien de quien es más pobre, de quien es débil y de quien sufre, para favorecer la justicia, para promover la reconciliación, para construir la paz», dijo el obispo de Roma.
Los distintos credos están llamados a tener viva la «sed del absoluto» en el ser humano, para que no se reduzca sólo «a lo que produce y a lo que consume: ésta es una de las insidias más peligrosas de nuestro tiempo». «Sabemos cuánta violencia ha producido en la historia reciente el intento de eliminar a Dios y a lo divino del horizonte de la humanidad», comentó Francisco, quien tuvo palabras para quien «no se reconoce en ninguna tradición religiosa» pero busca «la verdad, la bondad y la belleza» de Dios. Estas personas son «aliados preciosos» para defender «la dignidad del hombre», construir la paz y defender la creación.
Una señal al mundo
La unidad de los cristianos, comentó, no depende sólo de los «planes de Dios», también de «nuestra leal colaboración». En este largo camino conjunto, marcó un hito el Concilio Vaticano II, de cuyo inicio se celebra el 50 aniversario. Francisco deseó seguir dando pasos de manera conjunta para ofrecer así una señal a un mundo «marcado por las divisiones, los contrastes y las rivalidades». Cuanto más fieles sean los cristianos a la «voluntad, los pensamientos, las palabras y las obras» de Jesús, más se acercarán «a la unidad».
Siguiendo la línea marcada por Juan Pablo II y por Benedicto XVI, el Pontífice destacó el «especialísimo vínculo espiritual» que une a los católicos con los judíos. Deseó que continúe el «profícuo diálogo fraterno» que comenzó con el Concilio Vaticano II, responsable de que se hayan producido «no pocos frutos, especialmente en las últimas décadas». En este sentido, recordó que aquella histórica asamblea reconoció que «los inicios» de la fe cristiana se encuentran en «los patriarcas, en Moisés y en los profetas».
Al hablar de los representantes de otras religiones (había en el auditorio sikhs y miembros de otros credos), Francisco se detuvo en particular en los musulmanes, «que adoran al Dios único, vivo y misericordioso y lo invocan en la oración». «Aprecio mucho vuestra presencia: en ella veo una señal tangible de la voluntad de crecer en la estima recíproca y en la cooperación por el bien de la humanidad».
Dos ministerios
Recordando el interés de la Iglesia católica por la «promoción de la amistad y del respeto entre los hombres y mujeres de diversas tradiciones religiosas», subrayó el Papa que el Vaticano cuenta con dos «ministerios» dedicados a esta labor. Uno es el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, presidido por el cardenal suizo Kurt Koch y que se dedica al ecumenismo. El otro es el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, cuyo presidente es el purpurado francés Jean-Louis Tauran.
Un «tú a tú» entre jesuitas
El prepósito general de los jesuitas, el español Adolfo Nicolás, mantuvo el pasado domingo un encuentro con el Papa «por invitación personal» de Francisco. Durante la reunión, celebrada en la residencia de Santa Marta, Nicolás ofreció a Su Santidad «todos los recursos» de la Compañía de Jesús, ya que «en su nueva posición necesitará consejos, ideas y personas». Según el comunicado enviado por la casa generalicia de los jesuitas en Roma, el prepósito general de esta compañía destacaba así la cercanía del Papa: «Él me esperaba en la entrada y me recibió con el normal abrazo entre jesuitas. A petición suya, nos hicimos unas fotos y, ante mis excusas por no conocer el protocolo, insistió en que me mostrase con él como con otro jesuita, hablándole de tú, y que no me preocupara por llamarle Santidad o Santo Padre». Nicolás destacó que al final de la cita, Francisco le ayudó a colocarse el abrigo y le acompañó hasta la puerta». «De nuevo un abrazo, un bonito modo de recordar y despedir a un amigo», concluyó.
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