Buenos Aires
Los nuevos cardenales vienen de la periferia
De los 16 purpurados electores, Francisco ha elegido a cinco birretas rojas de América Latina y sólo cuatro de la Curia romana
Francisco, el Papa venido «del fin del mundo», como él mismo se presentó tras su inesperada elección como sucesor de Pedro, se ha ido a las periferias del planeta para buscar a buena parte de los nuevos miembros del Colegio Cardenalicio. Fiel a su estilo, Jorge Mario Bergoglio volvió a sorprender ayer al anunciar, tras el rezo del Ángelus desde su ventana del palacio apostólico, los nombres de los 19 purpurados que creará en el consistorio del próximo 22 de febrero.
De ellos 16 son electores, por lo que podrían participar en un eventual cónclave, mientras que los otros tres tienen más de 80 años y, por tanto, no contarían con derecho a voto. Entre estos últimos está el español Fernando Sebastián, arzobispo emérito de Pamplona y uno de los grandes intelectuales con que cuenta el episcopado de nuestro país. Sebastián estuvo además al frente de las diócesis de León, Granada y Málaga y fue también secretario general de la Conferencia Episcopal Española.
El primer purpurado de Haití
De los 16 purpurados electores hay cuatro pertenecientes a la Curia romana. La elección de todos ellos se daba por descontada. Se trata de Pietro Parolin, secretario de Estado, de Beniamino Stella, prefecto de la Congregación para el Clero, y de Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de los Obispos, y de Gerhard Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Los tres primeros son italianos y el último, alemán. Los otros 12 cardenales son pastores al frente de archidiócesis de peso, cuya distribución geográfica refleja la universalidad de la Iglesia católica. Hay dos europeos, tres de América Central y del Norte, tres de América del Sur, dos africanos y dos asiáticos. Dos de los elegidos son auténticas sorpresas y muestran la especial atención del Papa Francisco por los pueblos que sufren la pobreza y otras dificultades.
Se trata de Philippe Nakellentuba Uoédraogo, arzobispo de Ouagadougou (Burkina Faso) y de Chibly Langlois, obispo de Les Cayes (Haití). Este país caribeño nunca ha contado con un purpurado en su historia. «Con esta decisión se centrará la atención sobre Haití, especialmente sobre nuestra Iglesia cuyos retos, necesidades y realidades van a ser llevados a lo más alto», comentaba ayer emocionado el nuevo purpurado del país más pobre de América, que precisamente el mismo día en que se conmemoraban cuatro años del terremoto que asoló el país y que arrojó una cifra de unos 300.000 fallecidos y 1,5 millones de damnificados. «No lo vivo como un nombramiento hacia mi persona, sino hacia mi país. Sólo soy un siervo, un instrumento de Dios», insistía ayer el purpurado electo.
Las otras sorpresas de la lista de cardenales está en la elección de arzobispos residenciales al frente de sedes que no tienen tradición cardenalicia. Es lo que ocurre con el italiano Gualtiero Bassetti, arzobispo de Perugia-Città delle Pieve. Por delante de Bassetti estaban en las quinielas otros pastores italianos como el patriarca de Venezia, Francesco Moraglia, o el arzobispo de Turín, Cesare Nosiglia. La misma sorpresa que Bassetti se debió de llevar el filipino Orlando B. Quevedo, arzobispo de Cotabato. Esta archidiócesis está en la isla de Mindanao, que tampoco había tenido hasta ahora un cardenal.
Como se esperaba, a la hora de elegir a los nuevos purpurados el Papa Francisco ha dirigido su mirada a América Latina, donde vive un 40 por ciento de los católicos del mundo. De este modo, además de la del citado haitiano Langlois, hay otras cuatro birretas rojas que van a parar a la tierra de donde proviene Bergoglio. Tres de los nombres de la lista se daban por seguro. Se trata del argentino Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires, del brasileño Orani Joao Tempesta, arzobispo de Río de Janeiro, y de Ricardo Ezzatti Andrello, arzobispo de Santiago de Chile. Fue una sorpresa la inclusión en la lista del nicaragüense Leopoldo José Brenes Solórzano, arzobispo de Managua.
Tampoco estaba en las quinielas que circulaban desde hace semanas por el Vaticano los nombres del coreano Andrew Yeom Soo Jung, arzobispo de Seúl, ni del canadiense Gérald Cyprien Lacroix, arzobispo de Quebec.
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